A mi entender, un análisis sosegado no puede sostener estas tesis apocalípticas dignas de los noticiarios de Pedro Piqueras. A pesar de tratarse de unos resultados desastrosos para el PSOE, estos no sólo no suponen un cambio esencial de la estructura de competición partidista de nuestro país sino que probablemente representan el inicio de un ascenso progresivo del Partido Socialista.
Para entender qué futuro le depara al PSOE debemos primero analizar cuáles son los orígenes de su actual situación. En mi opinión, la crisis del PSOE proviene esencialmente de la confluencia de dos factores: (i) el perfil marcadamente ideológico que el Presidente Rodríguez Zapatero adoptó en la primera legislatura y (ii) el paquete de recortes sociales aprobado hace apenas un año.
En primer lugar, parte de la explicación de la situación precaria en la que se encuentra el PSOE se gestó durante la primera legislatura. Entonces, el gobierno socialista consideró oportuno llevar a cabo una agenda de marcado perfil ideológico. Probablemente, Rodríguez Zapatero fue, como dijo hace unas semanas Juan José Millás en El País, el primer presidente de izquierdas que ha tenido nuestro país. Quizás, se trate incluso del único presidente del Gobierno con un claro perfil ideológico, pues todos sus predecesores (José María Aznar incluido) se esforzaron en crearse una imagen moderada y de gestión.
Esta agenda marcadamente ideológica del Gobierno reportó al PSOE notables réditos electorales entre el electorado de izquierdas: consiguió eclipsar a IU y polarizar el hemiciclo en dos bandos (el PP contra todos). No obstante, la contrapartida que tuvo que pagar fue la pérdida de votantes moderados (de centro y sin ideología). Ante un gobierno con un claro perfil ideológico, muchos ciudadanos moderados consideraron pertinente pasarse a las filas del PP. En suma, mientras el PSOE ganaba terreno por la izquierda, el PP lo hacía por el centro y entre los votantes sin ideología.
Durante los primeros años de crisis económica, el PSOE pudo contener la pérdida de votantes moderados gracias a las ganancias conseguidas entre el electorado de izquierda. Pero, este diseño de alianzas se resquebrajó el 12 de mayo del 2010 cuando el Presidente anunció en el Congreso un duro paquete de recortes sociales. Desde entonces, los apoyos del PSOE entre la izquierda no han cesado de caer. En efecto, los recortes sociales han roto la vieja estrategia socialista de compensar los costes de la crisis económica con políticas sociales.
Ante este diagnóstico de la crisis socialista, ¿qué futuro le depara al PSOE en los próximos meses? A mi entender, ambos procesos pueden ser poco a poco corregidos sin excesivos sobresaltos y, por supuesto, sin tener que recurrir a refundaciones u otras ocurrencias desesperadas. Por un lado, el control del PP de la práctica totalidad de los gobiernos regionales puede, de hecho, representar una ventaja para el Gobierno. En los próximos meses el PP deberá empezar a gobernar en un contexto de dificultades económicas. La temporada de recortes (que estratégicamente se pospusieron hasta después de las elecciones) empieza en pocas semanas y, en esta ocasión, será el PP el responsable de llevar a cabo estas medidas tan impopulares. La imagen de unos gobiernos del PP recortando servicios como sanidad o educación puede representar un alivio para el PSOE. Sin duda, el Gobierno socialista agradecerá que de “Sólo ante el peligro” se pase a westerns más amables como “Dos cabalgan juntos”.
Por otro lado, el relevo de Rodríguez Zapatero también puede ser el inicio de la reconciliación con los votantes más moderados. Esto no dependerá tanto del candidato ganador como del proceso que se siga para su elección. Los candidatos mejor posicionados, Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba, gozan de una valoración similar entre los votantes de centro y su popularidad entre los moderados es mayor que la de Rajoy i la Rodríguez Zapatero. Si bien ambos pueden representar alternativas atractivas para los votantes moderados, es importante que el PSOE evite a toda costa que la crispación y la confrontación marquen el proceso de primarias. Es bien sabido que los moderados no son nada partidarios de las discrepancias y las peleas internas, pues son percibidas como un síntoma de un partido divido y poco preparado para gobernar.
En definitiva, es probable que durante los próximos meses veamos como la coyuntura política deja de cebarse con el PSOE. Entre otras cuestiones, los próximos meses estarán marcados tanto por los previsibles recortes sociales a manos de los gobiernos regionales del PP como por la renovada imagen generada por un nuevo líder socialista más amable a ojos de los votantes moderados. Y no hay duda de que ambas cuestiones pueden ser de gran ayuda para suavizar la inevitable derrota electoral del PSOE en próximas elecciones generales.
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Así, el PSC se enfrenta siempre al inevitable dilema de tener que satisfacer las demandas de un colectivo a costa de defraudar las del otro. Ante este panorama, ¿a qué colectivo ha decidido tradicionalmente contentar el PSC? La lógica numérica nos haría pensar que este partido optaría por atender las demandas de los españolistas, pues dos de cada tres votos que recibe este partido suelen provenir de este colectivo. No obstante, hasta hoy el PSC ha preferido presentarse con un perfil más cercano a la minoría catalanista y, en consecuencia, desatender las preferencias de la gran mayoría de su electorado.
Esta tradicional falta de representatividad del PSC no es un tópico alimentado por las trincheras mediáticas conservadoras de Madrid. Los escépticos solo tienen que recurrir a las encuestas demoscópicas para comprobarlo. Por ejemplo, según datos del CIS de las anteriores elecciones catalanas, el PSC se alejaba apenas 0,4 puntos del electorado de origen catalán en la tradicional escala nacionalista (0 -mínimo nacionalismo- al 10 -máximo nacionalismo-), pero la distancia era tres veces mayor (de 1,5 puntos) con respecto a su electorado castellanohablante de origen no catalán. Este fenómeno no es nuevo, pero el alejamiento del PSC de sus bases españolistas parece haberse acentuado tras la experiencia de los Gobiernos del tripartito y el proceso de reforma del Estatut.
¿Por qué el PSC ha decidido tradicionalmente desatender las preferencias de la gran mayoría de su electorado? Los expertos generalmente nos ofrecen dos explicaciones. La primera, quizás la más periodística y anecdótica, es buscar sus causas en cómo se gestó este partido a finales de los años setenta. El PSC nació principalmente de la unión de tres partidos: el PSC-Congrés, el PSC-Reagrupament (ambos de tendencia catalanista) y la Federación Catalana del PSOE (de tendencia más españolista). Por distintos motivos, en el proceso de fusión de las tres formaciones políticas, el sector catalanista se impuso al sector proveniente de la antigua Federación Catalana del PSOE. Los ex miembros del PSC-Congrés ocuparon mayor presencia entre delegados y cuadros dirigentes y, con ello, se marcó el perfil catalanista del partido que conocemos hoy día.
Una segunda explicación es que el PSC se ha aprovechado de la existencia de un fallo en la oferta del mercado electoral catalán. Tradicionalmente no ha habido ningún partido de izquierda no nacionalista, lo que permitía al PSC acercarse a posiciones más catalanistas sin perder excesivos votantes españolistas. El resto de formaciones políticas del panorama político catalán (incluyendo a Iniciativa-Verds) resultaban poco atractivas para este electorado, pues se alejaban aún más de sus preferencias. A lo sumo, los votantes españolistas descontentos podían optar por quedarse en casa y no acudir a las urnas.
Estos dos argumentos no parecen ayudar del todo a explicar por qué el PSC es más "catalanista" de lo que la mayoría de su electorado quisiera.
En primer lugar, la explicación de que el catalanismo del PSC es fruto de un capricho histórico no parece pasar de la anécdota. Esta explicación no nos ayuda a entender por qué las élites socialistas del sector españolista -que gozan de la mayoría del apoyo electoral- no han batallado a lo largo de estos 30 años con mayor beligerancia para imponer sus tesis.
En segundo lugar, la explicación sobre la existencia de un fallo de mercado no parece ya sostenible en la coyuntura actual. El escenario político catalán de los últimos años ha cambiado sustancialmente con la aparición de nuevos partidos de izquierda no catalanista como Ciutadans o UPyD. Y, a pesar de ello, la gran mayoría de votantes socialistas españolistas descontentos no parecen haber encontrado refugio en estas nuevas formaciones políticas.
La explicación más convincente sobre el tradicional perfil catalanista del PSC es la existencia de diferentes "elasticidades" entre los votantes socialistas catalanistas y españolistas. Por elasticidad me refiero a la propensión de los ciudadanos a cambiar su voto en función de los planteamientos ideológicos que ofrecen los partidos políticos. Existen poderosos indicios de que los votantes socialistas españolistas presentan una menor elasticidad que los catalanistas. O dicho de otra forma, los españolistas seguirían votando al PSC al margen de si este partido se acerca o aleja de sus posiciones ideológicas. En cambio, los catalanistas son más sensibles a la ideología del PSC: estos fácilmente dejarían de votar a este partido si decidiera alejarse demasiado de su ideario.
Las diferentes elasticidades de estos dos colectivos quedan reflejadas en datos recientes del CIS. Por un lado, los socialistas españolistas declaraban justo antes de las elecciones del 28-N que estaban dispuestos a votar solo al PSC. A pesar de que se sentían más cercanos ideológicamente a Ciutadans o UPyD en la dimensión nacionalista, prácticamente todos ellos coincidían en considerar que nunca votarían a esos partidos. Además, casi la mitad de ellos afirmaban que, con toda seguridad, siempre votarían al PSC. Por otro lado, los socialistas catalanistas se mostraban menos leales a este partido, pues el porcentaje de los que siempre votarían al PSC se reducía a apenas un 20%. Como consecuencia, este colectivo era menos reacio a cambiar su voto a favor de otras formaciones políticas (sea ICV, CiU o ERC). Solo una minoría de los socialistas catalanistas (alrededor de un tercio) asegura que nunca votarían a estos tres partidos.
En definitiva, los datos sugieren que los catalanistas tienen una mayor predisposición a condicionar su voto en función de la oferta ideológica que el PSC ofrece. En cambio, los españolistas son votantes cautivos: haga lo que haga el PSC, muy probablemente le seguirían votando.
La baja elasticidad del electorado españolista es un producto del elevado grado de identificación partidista de este colectivo. En efecto, este colectivo tiene una mayor vinculación emocional con el PSOE (y por extensión con el PSC). Mientras que el sentimiento de pertenencia a este partido representa un valor arraigado a su identidad política, no ocurre lo mismo entre los catalanistas. Estos votarían al PSC por cuestiones más racionales o siguiendo criterios de coste-beneficio (según si el partido ofrece las políticas que desea) y no tanto por cuestiones emocionales o de identidad política.
Aún es pronto para valorar cómo se comportaron los votantes españolistas y catalanistas en las elecciones del 28-N. No obstante, un primer análisis de los resultados electorales parece indicar que en esta ocasión el PSC ha sufrido fugas de todas partes. Entre sus votantes españolistas, algunos decidieron no acudir a las urnas y algunos otros se dejaron seducir por el discurso anti-inmigración del PP (y del xenófobo PxC). Sin embargo, la mayor parte de las fugas probablemente provinieron del sector catalanista, que en esta ocasión habrían optado por votar a CiU. De hecho, una ojeada a los datos a nivel comarcal indica que las pérdidas del PSC están especialmente correlacionadas con las ganancias de CiU, lo que sugiere que la debacle socialista se debe en gran parte a la deslealtad del sector catalanista.
El PSC tiene ahora la difícil tarea de redefinir su perfil ideológico para recuperar parte del electorado perdido. Y los datos apuntan que esta tarea será más ardua en el caso del voto catalanista. Este es y seguirá siendo menos leal al PSC y condicionará más su voto a las propuestas que el partido ponga sobre la mesa.
Es previsible, pues, que los líderes socialistas acaben considerando como estrategia más racional reforzar el perfil catalanista del partido. Y, con ello, el PSC se verá obligado, una vez más, a desatender las preferencias de la mayoría de su electorado.
Lluís Orriols es profesor de Ciencia Política en la Universidad de Girona.
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Sobre la falta de coordinación de los nacionalistas vascos
8 Ocurrencias Escrito por Lluis el a las 02:14.

La posibilidad de alternancia en el País Vasco no parece, pues, que se deba tanto a un cambio en las preferencias políticas de los ciudadanos vascos como a los problemas de coordinación del bloque nacionalista ante un cambio de las reglas del juego.

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Defensa nacional y democracia suelen estar estrechamente relacionadas en Israel. La situación de permanente conflicto con sus vecinos ha situado las cuestiones de defensa y seguridad en el epicentro de la competición política en este país. Según los datos del Party Manifesto Project, los partidos políticos israelíes dedican, de media, un 13% del espacio de sus programas electorales a propuestas favorables a incrementar los recursos destinados a defensa. La visibilidad de este tema en las campañas electorales israelíes contrasta con su escasa relevancia en otras democracias, en las que la práctica totalidad de sus partidos políticos reservan a estos temas un espacio marginal en sus programas electorales.
La atención que se dedica a la defensa nacional en período electoral en Israel responde a la profunda preocupación que sus ciudadanos muestran normalmente a estos temas. Los israelíes viven con el temor de una amenaza exterior y con la sensación de que sus respuestas no son suficientemente efectivas. Según una reciente encuesta del ISSP, Israel es junto con Rusia el país con mayor volumen de ciudadanos favorables a aumentos en el gasto militar (un 65%). Según esta encuesta la mayoría de los ciudadanos israelíes se sienten particularmente insatisfechos con la capacidad que tiene su país para afrontar las amenazas exteriores.
En realidad, la demanda de mayor gasto en defensa se concentra únicamente entre la comunidad judía, que representa algo más de tres cuartas partes de su población. La preferencia por el gasto militar es sensiblemente menor entre la minoría israelí de origen árabe, puesto que sólo el 24% considera que deberían destinarse más recursos a defensa.
Ante estos datos es difícil no estar de acuerdo con las voces que sugieren que esta intervención militar responde en parte a una necesidad de los partidos en el gobierno de demostrar en plena precampaña electoral su posición dura frente Hamás. Por el momento parece que es el líder de la oposición, Benjamin Netanyahu, quien goza de una mayor reputación de mano dura en política exterior y esta imagen parece haber ofrecido un impulso a su candidatura dada la actual situación de deterioro en las relaciones de Israel con sus vecinos.
La población está por el momento con la decisión del gobierno de intervenir en Gaza. Una encuesta efectuada hace unos días por el Canal 10 de Israel aseguraba que el 81% de la población se mostraba favorable a la intervención. No parece osado pronosticar, pues, que si la intervención acaba de forma exitosa represente un impulso a la candidatura de Kadima, encabezada por la actual ministra de asuntos exteriores Tzipi Livni.

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El nuevo Lehendakari según el Euskobarómetro
4 Ocurrencias Escrito por Lluis el 30.12.08 a las 20:05.


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Jornada electoral,o como Obama-Biden reconcilian New Haven
4 Ocurrencias Escrito por Laia Balcells el 4.11.08 a las 16:43.

Ay, no se, me he emocionado. Me he dado cuenta de que Obama ha sido capaz de reconciliar, almenos por un dia, una ciudad como New Haven, siempre tan segregada, tan dividida. Aqui un 80% de los Yalies (o mas) votarian a Obama, y el resto de la ciudad lo hara (quizas con una mayoria algo menos galopante).

Por cierto, hay algo que me parece muy curioso de las campañas electorales en Estados Unidos, y es que no se decoran las calles. No hay signos de los candidatos mas que en espacios privados. Por que sera? Imagino que no por preocupacion medioambiental (esto no se lleva aqui). Alguna idea? Seguro que hay alguna teoria freakonimica por ahi...
Feliz dia a todos los lectores de la moqueta y ojala mañana podamos celebrar. Desde el otro lado del charco os puedo asegurar que lo vivimos con maxima ilusion.
Update:
Stathis me ha pasado el enlace a esta pagina que mide las apuestas que se han hecho a lo largo del tiempo a favor de uno y otro candidato. En el grafico siguiente podeis ver como en los ultimos dias la diferencia entre Obama y McCain no ha hecho mas que crecer, a favor del chico azul:

(Notese que no se trata de datos de encuesta ni nada parecido, sencillamente como ha ido apostando la gente, es decir, "expectativas").
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Diversos medios han apuntado a la reciente moderación de Rajoy y su viaje al centro como explicación al fin de la crispación en la vida política española. El jefe del principal partido opositor ha aprobado en las encuestas recientes, superando a muchos miembros del Gobierno. Pero pocos han reparado en el hecho de que el final de la bronca también beneficia enormemente al gobierno Zapatero, especialmente en tiempos de crisis.
Este hecho no es sorpresa, dado los españoles siempre hayan tendido a valorar mejor al partido en el gobierno que al principal partido de la oposición. Esto ha sido así desde que el CIS tiene datos (1996), excepto brevemente durante nuestra involucración en la guerra de Irak. El poder llama al poder, y tener la iniciativa en proponer políticas, repartir el presupuesto, aparecer en la televisión pública, y protagonizar en general la vida de los ciudadanos facilita enormemente sacar unas cuantas cabezas al partido opositor. Especialmente cuando éste no te fustiga con políticas divisivas como la descentralización territorial, las relaciones iglesia-estado o el terrorismo.
En la gráfica de abajo examinamos cuánto confiamos en nuestros políticos. Este es el mejor predictor electoral posible hasta la fecha. En la gráfica se puede ver en azul celeste la valoración de los sucesivos gobiernos de Aznar I (1996-2000), Aznar II (2000-2004), Zapatero I (2004-2008) y la luna de miel del actual gobierno Zapatero.
Pese a que la nueva dinámica de pactos entre los dos partidos también beneficie a Zapatero en el corto plazo, Rajoy ha optado por la mejor de las opciones posibles. Si se observa arriba el periodo 2004-2008, la era de la crispación entre ambos partidos deterioró más rápido la confianza en el PP que en los socialistas. El Partido Popular alcanzó niveles de confianza nunca vistos, por debajo del 35%. Y en Génova 13 consideraron que la situación no era sostenible.
Es muy probable que en los próximos meses la posición del Gobierno se deteriore, según se profundice la crisis y se observen las consecuencias directas de ésta (en forma de destrucción de empleo e inflación descontrolada). En cuanto el líder de la oposición termine su batalla por moverse al centro-derecha, frente al ruido mediático y los barones rebeldes, la distancia con el Gobierno se reducirá, como ya sucedió durante el segundo mandato Aznar. Es un difícil equilibrio, pues debe dar la sensación de colaborar con Zapatero en los temas de Estado sin mancharse demasiado en las políticas económicas del Gobierno.
Si Rajoy aspiraba a tener un escenario ideal para renacer cual Fénix de sus cenizas, las circunstancias no podrían ser más propicias.
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Pero el Estatut poco a poco se va olvidando. El PSOE está en auge en Cataluña y muy probablemente Montilla (junto con valores emergentes como Chacón) será capaz poco a poco de satisfacer las demandas no cubiertas de ese abstencionista diferencial del PSC que quiere ver reducido el peso de la C en las siglas de su partido.
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Por un lado, a nivel descriptivo, observamos que la pérdida de porcentaje de votos de ERC va asociada tanto a un aumento de porcentaje de votos a CiU y a PSC.
Relación entre diferencia de % voto a ERC y diferencia de % de voto a CiU (2004-2008)
Relación entre diferencia de % voto a ERC y diferencia de % de voto a PSC (2004-2008)
Por otro lado, al estimar una regression lineal con porcentaje de votos perdidos por ERC y porcentaje de votos ganados/perdidos de CiU y PSC (es decir, diferencia de porcentaje entre 2008 y 2004), ambas variables aparecen como estadísticamente significativas pero que el coeficiente de CiU (-0.715) es almenos tres veces más grande que el de PSC (-0.36). La diferencia en niveles de participación no es significativa estadísticamente.
Esto implica que, en general, CiU ha sido el gran beneficiado de las pérdidas de ERC, más que el PSC. Sin embargo, si dividimos la muestra por subregiones, el efecto es diferente en los municipios de la Catalunya interior que en los otros. El trasvase de votos hacia CiU (-0.82) es mucho más grande que el del PSC (-0.32) en la Catalunya interior. En el resto del territorio, el trasvase a CIU (-0.23) y PSC (-0.366) es similar, y hasta un poco mayor hacia el PSC. La diferencia en niveles de participación sigue sin ser significativa, con lo cual la idea que “los votantes de ERC” se quedaron en casa no queda totalmente confirmada a partir de estos análisis.
Conclusiones: sin datos individuals, no podemos saber mucho más sobre el trasvase de votos de ERC. Lo que parece claro es que, como señalábamos en el post anterior, los votantes de este partido están divididos entre aquellos que dan más peso a la dimensión nacionalista y aquellos que dan más peso a la dimensión ideológica. Los primeros parecen estar más concentrados en la parte más rural e interior del territorio, y los segundos en las áreas más urbanas. Si los dirigentes de ERC deciden que hay que dar un giro hacia la primera dimensión, a fin de ganar los votantes perdidos hacia CiU, está claro que no recuperaran a los segundos. Y vice-versa. El dilema es obvio.
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Una mirada de los datos agregados parece que el trasvase se haya producido entre ERC y PSC, pues unos han bajado y los otros subido. Pero obviamente esta conclusión tiene el grave peligro de estar basada en inferencias erróneas. En efecto, los resultados del 9M pueden explicarse de al menos tres formas distintas.

Puede que i) los votantes de ERC votaran en esta ocasión a PSC ; ii) los votantes de ERC votaran a CiU y algunos de CiU al PSC; o iii) una mezcla de los dos procesos anteriores.
No sabremos con certeza que ocurrió hasta disponer de encuestas postelectorales, pero hasta entonces veamos lo que nos dicen las encuestas previas al 9M. A partir de las encuestas catalanas del Centre d’Estudis d’Opinió podemos efectuar el siguiente gráfico que nos puede ser útil como aproximación al dilema que se enfrentaban los votantes de ERC al decidir su voto entre socialistas y convergentes.

El gráfico muestra los votantes de ERC están más o menos equidistantes entre PSC y CiU. Los votantes republicanos se sienten más cercanos ideológicamente al PSC en la tradicional escala derecha e izquierda, pero más próximos a CiU en la escala nacionalista. Si los votantes dieran la misma importancia a ambas escalas los votantes de ERC se sentirían más cercanos a Convergència (medido en distancias euclidianas) pero la diferencia es muy pequeña.
Esta equidistancia de los votantes de ERC hace que el peso relativo del nacionalismo sobre la ideología cobre un papel crucial. Por lo tanto, no es de esperar que hubiera una fuga a un solo partido sino que los más nacionalistas se fueran a CiU y los más izquierdosos al PSC. Los convergentes no habrían sufrido un aumento notable porque posiblemente parte de sus votantes decidieron votar a los socialistas como una expresión de su anti-PP. Las encuestas del Centre d’Estudis d’Opinió así parecen valorarlo: un 14 por ciento de los votantes de ERC en las pasadas autonómicas declaraban en enero que votarían al PSC y un 7 por ciento a CiU. Pero entre los ex republicanos indecisos, una cuarta parte dudaba entre votar a ERC o a CiU Y sólo un 8 por ciento dudaba entre ERC y PSC.
En suma, los datos y la intuición nos dicen que el PSC se benefició especialmente de la caída de ERC, pero una importante parte de fugas republicanas también acabaron a CiU. Si los datos agregados no nos muestran un aumento de los convergentes es porque estos seguramente también perdieron votos a favor del PSC. Esta es la evidencia cuantitativa que disponemos hoy. A ver si hay algún lector republicano que nos ofrezca alguna evidencia más de tipo cualitativa.
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Con victorias "a la búlgara" (de dos tercios o más), Obama además reafirma su momento de gloria. Por delante quedan, sobre todo, grandes estados con población latina (Texas) u obrera (Ohio), donde Hillary predominará si Obama no mantiene la magia. En todo caso, seguirá siendo esta unas primarias demasiado igualadas, donde la sangre correrá, y perjudicará a los Demócratas mientras todos los republicanos hacen piña entorno a McCain.
Una observación: Yo era pro-Hillary por razones ideológicas. Pero no... este artículo brillante me ha descubierto otra razón que no conocía: soy Pro-Hillary porque prefiero los PC a los Mac.
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La Economía, Estúpido (III): ¿Dónde perderá Zapatero apoyos?
2 Ocurrencias Escrito por Alex Guerrero el 8.2.08 a las 23:02.

Recibimos información (p.ej. crisis económica), nuestro cerebro la procesa bajo el lente ideológico (percepción de la realidad), y a continuación la analiza para llegar a conclusiones sobre el futuro (expectativas). Veamos como funciona:
- Examinando el último barómetro del CIS, vemos que los votantes del PSOE e IU, así como los jóvenes, son mucho menos catastrofistas respecto a la situación económica actual. Mientras, los votantes del PP son ligeramente más pesimistas que la media. Y por su parte, los abstencionistas lo veían todo realmente negro ya a principios de 2008.
- Por si fuera poco, los votantes del PSOE son muchísimo más optimistas que la media respecto a como estará la economía española el próximo año. Por su parte, los votantes de partidos que no están en el gobierno (PP y el resto) son mucho más pesimistas en sus expectativas futuras.
Ahora bien, este enfoque es demasiado general, y a pesar de que todos los votantes tienen esas gafas ideológicas que les provocan miopía, el impacto de la crisis económica real va a ser percibido subjetivamente de manera distinta por los individuos, según su posición socioeconómica y laboral. Para ello miremos el último barómetro del CIS, pero segregando a los votantes de acuerdo a su posición socioeconómica (clase).
- Los parados, así como los comerciantes y pequeños empresarios, tienen una visión extremadamente negativa de la situación económica actual. Tiene sentido: unos son víctimas de la crisis, los otros reciben el impacto directamente en sus ingresos (mientras que los asalariados están en empresas que recortan beneficios). Por contra, los profesionales, asalariados de nivel medio, altos cargos y estudiantes son mucho menos dramáticos que la media respecto al ciclo económico. Seguramente porque su situación laboral es buena, bien remunerada o, en el último caso, porque todavía no se enfrentan directamente al "mercado".
- Pero las tornas cambian cuando se trata de expectativas. Todos los grupos sociales, excepto los estudiantes y los profesionales, tienen una visión bastante negativa de hacia donde va la economía. Y sólo la ideología puede explicar eso.
Lo sorprendente es que entre los más afectados por el crash del ladrillo (los capataces, obreros cualificados y sin cualificar) no sientan de manera especial la crisis económica, comparados con el resto de la población.
Por tanto, las expectativas de Zapatero están muy ligadas a contener la destrucción de empleo y la depresión del consumo interno, las dos principales fuentes de "malestar económico" entre los votantes. Como en Moncloa ya lo saben, ya han empezado a contener el número de parados, y de comerciantes perdiendo dinero en sus negocios.
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Republicanos
El mapa republicano con los últimos resultados.
No hay mucho que añadir. McCain, el gran favorito, ha sacado un excelente resultado sobre Romney. Ha capturado las grandes plazas otra vez (Nueva York, California, y Illinois, donde está Chicago), así como los estados de Nueva Inglaterra y los fronterizos con México de mayoría hispana. Romney se ha conformado con el interior despoblado y su bastión, Massachussets, donde las masas le jaleaban mientras él decía "la campaña continúa" (qué fe tiene este hombre y los 35 millones de $ que ha puesto de su bolsillo). Curiosa ha sido, eso sí, la apabullante victoria del mormón Romney en el estado más mormón del país (Utah, 84% de votos).
Por su parte, Huckabee ha capturado fundamentalmente algunos bastiones en el Sur, en el cinturón bíblico, que no le proveerá tampoco de suficientes delegados como para tener ninguna posibilidad ya.
A falta de las primarias en los estados restantes, los republicanos ya pueden afirmar tener candidato. Y además, uno muy competitivo contra cualquiera de los demócratas, escorado en el área ideológica de Hillary u Obama, y con experiencia. Como decía la madre de McCain: "Los republicanos [del partido] no están apoyando demasiado a mi hijo. Eso sí, al final se taparán la nariz y le votarán".

Demócratas
El mapa demócrata con los últimos resultados.
El país se ha partido en dos, definitivamente. En muchos estados, la diferencia entre Obama y Clinton ha sido escasísima.
La Senadora se ha llevado dos tercios de los votos hispanos, capturando así todas las plazas fronterizas con México y, a esta hora, California. Por si fuera poco, Nueva York y sus vecinos han consolidado el poder de Hillary en el Noroeste.
Por su parte, Obama ha capturado el voto negro y se ha llevado fundamentalmente Chicago y el West, algunas plazas en el sur, y también arrastró la pequeña Connecticut tras de si, como predijo Laia ayer mientras atendía el meeting de Obama en Hartford.
Donde menos se ha decidido la contienda ha sido en el South, esa combinación mixta de tradicionalismo religioso y fractura racial entre blancos y negros. También esa región se ha polarizado apoyando por igual a ambos candidatos, con victorias marginales para Barack y Hillary.
En definitiva, la sensación que da es que a los demócratas les queda todavía una nominación larga, y el duelo definitivo se resolverá en las primarias que quedan este mes, y especialmente en Texas, Pennsylvania y North Carolina (juntas reparten 550 delegados).
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Cuando los obispos entran en campaña (2)
4 Ocurrencias Escrito por Alex Guerrero el 4.2.08 a las 16:51.

(PhD. Sociología, Universidad de Essex; investigador del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y coautor en el proyecto "Religiosidad, Ideología y Voto en Europa”)
Ahora bien, lo contrario no es del todo cierto: los no religiosos no tiene un perfil político tan definido como los devotos. Mientras que los católicos practicantes se han convertido en fieles votantes del PP, los no religiosos votan de cualquier manera… ¡incluso no votan! Porque se ha demostrado que los más religiosos tienen una mayor tendencia a la participación que los no religiosos.
¿Crees que la actual movilización de la Iglesia conseguirá activar ese voto religioso?
Pues no. El voto religioso está ya muy movilizado. No obstante, el nuevo militantismo de la C.Episcopal si da la sensación que está orientado a generar la apariencia de que hay más voto por movilizar, cosa que no es cierto. En España conviven dos procesos: la secularización, que hace que el grupo de los católicos “nucleares” está mermando, y la (re)politización de aquellos que siguen siendo fieles a los mensajes doctrinales de la Iglesia.
¿Le conviene electoralmente al PP esta vinculación mediática con los obispos, en términos de capacidad de atraer el voto menos religioso (no practicante)?
No, claro que no, pero no puede hacer nada. El PP, desde mi punto de vista, ha apostado claramente por la estrategia de solidificar su apoyo “natural” (y prevenir, de paso, la aparición de una opción de extrema derecha) a costa de mejorar su imagen entre otro tipo de votantes. No desmentir a los Obispos es parte de esa estrategia. El PP, desde mi punto de vista, es de la opinión que la oposición a sus elementos más extremos genera costes superiores a las ganancias que daría una estrategia de moderación mas decidida. Yo creo, (¿o quiero creer?) que esto les va a perjudicar en las urnas, pero ya veremos.
¿Se dan las condiciones para que se reactive un eje clerical-anticlerical, salvando las distancias, como el existente en otros periodos de nuestra historia?
Yo creo que no. El conflicto en torno al clericalismo descansaba en una composición radicalmente diferente del mapa religioso.
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Mientras tanto, estaremos a la espera de que ocurra otra torpeza en esta (pre)campaña electoral de pésima calidad. Una campaña en la que los obispos recurren al primer mandamiento para pedir el voto al PP, en la que el PSOE ha aumentado la cotización del voto hasta los 400 euros y en la que el PP se ha comprometido a llevar al paro a un millón de trabajadores varones.
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