La Moqueta Verde


El futuro del PSOE

Artículo preparado para Politikon

La severa derrota cosechada por el PSOE en las elecciones del pasado domingo ha sembrado el alarmismo entre muchos analistas políticos de nuestro país, quienes han creído ver en estos resultados un desmoronamiento del actual sistema de partidos. Mostrando mapas de una España teñida de azul, los analistas más osados han considerado incluso que el PSOE debe someterse a cambios de gran calado (refundaciones incluidas) para evitar un destino similar al del desaparecido PSI italiano.

A mi entender, un análisis sosegado no puede sostener estas tesis apocalípticas dignas de los noticiarios de Pedro Piqueras. A pesar de tratarse de unos resultados desastrosos para el PSOE, estos no sólo no suponen un cambio esencial de la estructura de competición partidista de nuestro país sino que probablemente representan el inicio de un ascenso progresivo del Partido Socialista.

Para entender qué futuro le depara al PSOE debemos primero analizar cuáles son los orígenes de su actual situación. En mi opinión, la crisis del PSOE proviene esencialmente de la confluencia de dos factores: (i) el perfil marcadamente ideológico que el Presidente Rodríguez Zapatero adoptó en la primera legislatura y (ii) el paquete de recortes sociales aprobado hace apenas un año.

En primer lugar, parte de la explicación de la situación precaria en la que se encuentra el PSOE se gestó durante la primera legislatura. Entonces, el gobierno socialista consideró oportuno llevar a cabo una agenda de marcado perfil ideológico. Probablemente, Rodríguez Zapatero fue, como dijo hace unas semanas Juan José Millás en El País, el primer presidente de izquierdas que ha tenido nuestro país. Quizás, se trate incluso del único presidente del Gobierno con un claro perfil ideológico, pues todos sus predecesores (José María Aznar incluido) se esforzaron en crearse una imagen moderada y de gestión.

Esta agenda marcadamente ideológica del Gobierno reportó al PSOE notables réditos electorales entre el electorado de izquierdas: consiguió eclipsar a IU y polarizar el hemiciclo en dos bandos (el PP contra todos). No obstante, la contrapartida que tuvo que pagar fue la pérdida de votantes moderados (de centro y sin ideología). Ante un gobierno con un claro perfil ideológico, muchos ciudadanos moderados consideraron pertinente pasarse a las filas del PP. En suma, mientras el PSOE ganaba terreno por la izquierda, el PP lo hacía por el centro y entre los votantes sin ideología.

Durante los primeros años de crisis económica, el PSOE pudo contener la pérdida de votantes moderados gracias a las ganancias conseguidas entre el electorado de izquierda. Pero, este diseño de alianzas se resquebrajó el 12 de mayo del 2010 cuando el Presidente anunció en el Congreso un duro paquete de recortes sociales. Desde entonces, los apoyos del PSOE entre la izquierda no han cesado de caer. En efecto, los recortes sociales han roto la vieja estrategia socialista de compensar los costes de la crisis económica con políticas sociales.

Ante este diagnóstico de la crisis socialista, ¿qué futuro le depara al PSOE en los próximos meses? A mi entender, ambos procesos pueden ser poco a poco corregidos sin excesivos sobresaltos y, por supuesto, sin tener que recurrir a refundaciones u otras ocurrencias desesperadas. Por un lado, el control del PP de la práctica totalidad de los gobiernos regionales puede, de hecho, representar una ventaja para el Gobierno. En los próximos meses el PP deberá empezar a gobernar en un contexto de dificultades económicas. La temporada de recortes (que estratégicamente se pospusieron hasta después de las elecciones) empieza en pocas semanas y, en esta ocasión, será el PP el responsable de llevar a cabo estas medidas tan impopulares. La imagen de unos gobiernos del PP recortando servicios como sanidad o educación puede representar un alivio para el PSOE. Sin duda, el Gobierno socialista agradecerá que de “Sólo ante el peligro” se pase a westerns más amables como “Dos cabalgan juntos”.

Por otro lado, el relevo de Rodríguez Zapatero también puede ser el inicio de la reconciliación con los votantes más moderados. Esto no dependerá tanto del candidato ganador como del proceso que se siga para su elección. Los candidatos mejor posicionados, Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba, gozan de una valoración similar entre los votantes de centro y su popularidad entre los moderados es mayor que la de Rajoy i la Rodríguez Zapatero. Si bien ambos pueden representar alternativas atractivas para los votantes moderados, es importante que el PSOE evite a toda costa que la crispación y la confrontación marquen el proceso de primarias. Es bien sabido que los moderados no son nada partidarios de las discrepancias y las peleas internas, pues son percibidas como un síntoma de un partido divido y poco preparado para gobernar.

En definitiva, es probable que durante los próximos meses veamos como la coyuntura política deja de cebarse con el PSOE. Entre otras cuestiones, los próximos meses estarán marcados tanto por los previsibles recortes sociales a manos de los gobiernos regionales del PP como por la renovada imagen generada por un nuevo líder socialista más amable a ojos de los votantes moderados. Y no hay duda de que ambas cuestiones pueden ser de gran ayuda para suavizar la inevitable derrota electoral del PSOE en próximas elecciones generales.

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Distribución de la Renta en España

Utilizando datos de la Agencia Tributaria (Memoria 2007) obtenemos este bonito gráfico donde se desvelan características interesante sobre nuestro país:

  • La mayoría de la población gana menos que la renta media nacional (lo que es estadísticamente lógico)
  • El ingreso medio mensual bruto (columna de la derecha) está por debajo de los €1.900, y de hecho, el "pico" máximo se sitúa en torno a los €1.000.
  • Existe un segundo pico anómalo, entorno a los €3.000/mes, que es lo que ganan altos cargos, directivos y profesionales de ocupaciones bien remuneradas.
  • Entre los más afluentes, existen picos menores a los €5.000, €9.000 y €20.000 de ingreso mensual, no necesariamente derivado de rentas del trabajo, por supuesto. Pero en cualquier caso, es interesante que la forma de la distribución no es suave, sino que contiene diversos picos, indicando que el mercado señala "umbrales" o escalones salariales más o menos claros.

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Una cucharadita más, por favor...

Si alguien se preguntaba por qué la gente está más esbelta en España que en EEUU, aquí tiene los datos crudos de una curiosa correlación. La dejamos a vuestra interpretación...

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¿Cuánto gusta la Navidad?

Estos días oigo a mucha gente (sobretodo gente joven) quejarse de las fiestas navideñas: que si demasiada comida, que si marrones familiares, que si compras inútiles, que si fiestas multitudinarias, y similar. En una encuesta del CIS, del 2004, se preguntó a los españoles sobre sus sentimientos y comportamientos ante la Navidad. La encuesta se llevó a cabo entre el 15 y el 20 de diciembre, es decir, en plena vigilia de las fiestas navideñas. Con una sencilla exploración descriptiva de los datos podemos comprobar si este tipo de opiniones (negativas) son frecuentes entre los españoles.

La matriz de datos no está todavía disponible en abierto desde la web del CIS (aunque, gracias a la nueva política de esta institución, lo estarán pronto), pero sí los marginales de las respuestas. Os muestro aquí abajo algunos datos interesantes, que indican que, en general, a los españoles sí les gusta la Navidad en sus diferentes dimensiones, aunque para algunos es momento de tristeza y melancolía. La connotación religiosa de la Navidad es más o menos minoritaria, aunque menos de lo que podríamos esperar; la dimensión familiar de estas fiestas es obvia y contundente. En términos económicos, la Navidad no se consideraba especialmente problemática en 2004; cabría ver qué resultados se obtendrían en este 2008 donde el pesimismo económico parece haber impregnado amplias capas de la sociedad

En un primer gráfico podemos ver la proporción de gente que dice que la Navidad le despierta alguno de los sentimientos listados:



En la tabla siguiente, podemos ver la distribución de respuestas a la pregunta “Hasta qué punto asocia usted las fiestas Navideñas?”, en relación a distintos ítems. Se comprueba que prácticamente un 50% de los entrevistados consideran la Navidad una fiesta con significado religioso. Una mayoría de aproximadamente el 88% la consideran una fiesta familiar y una mayoría de más del 90% la asocia a días de ilusión para los niños.





Finalmente, en el gráfico siguiente, podemos ver la distribución de respuestas a la pregunta “qué es lo que le gusta más de la Navidad?”, en porcentaje de respuestas. Es especialmente curioso ver que una mayoría de españoles (el 55%) responde las reuniones con la familia. En otras palabras, lo de ir a casa de los suegros no desagrada tanto...



En general, pues, parece que la Navidad gusta a la gente, y que tiene más componentes positivos que negativos -para una mayoría de la ciudadanía. De nuevo, estaría muy bien disponer de datos similares para este año, para comprobar si las perspectivas de crisis estan de algún modo mermando la ilusión navideña, siempre tan acompañada de esfuerzos económicos.

De cualquier modo, y con mucho cariño, desde La Moqueta no queremos dejar de desearos unas felices fiestas.

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Accidentes aéreos y Juegos Reputacionales

Las compañías aéreas se enfrentan a lo que los economistas llaman un juego reputacional, de señales. Deben indicar a los pasajeros que realizan niveles óptimos de mantenimiento de su flota, y su plantilla es profesional y disfruta de los adecuados descansos entre trayectos. A su vez, deben presupuestar niveles de mantenimiento y tamaños de plantilla que puedan asumir teniendo en cuenta otros costes (tamaño de la demanda, precio del petróleo). Pero en ese difícil equilibrio, siempre primarán mantener su reputación de compañías seguras frente a ganancias marginales surgidas de recortar los costes de personal o mantenimiento. Esto es así porque desastres como el de Spanair en Barajas tiene unos efectos devastadores en la imagen de la compañía que adquieren los consumidores.

En cualquier medio de transporte, existen dos factores principales que pueden conducir a un accidente: un fallo mecánico o un error humano (propio o ajeno). Los fallos técnicos serán más frecuentes en aparatos que han sufrido un gran desgaste (antigüedad) sumado a un deficiente mantenimiento. Del mismo modo, aunque menos controlable, los errores humanos serán más frecuentes cuanto más cansados se encuentren los pilotos y menos formación y experiencia tengan.

Del mismo modo, la reputación es especialmente importante en una época en que las compañías aéreas necesitan fusionarse y adquirirse unas a otras para subsistir, y la señal que se da a los posibles compradores tras un accidente así reduce y mucho el valor de la compañía accidentada.

Lo más irónico de este juego reputacional es que ha convertido a la aviación, en comparación con los ferrocarriles, el transporte en bus o en coche, en el medio más seguro para el transporte humano. En la gráfica de abajo vemos como el transporte aéreo es un 60% más seguro que el transporte ferroviario. ¡Y casi 20 veces más seguro que viajar en coche!

Fuente: UK Department of Transport

POLÍTICAS REGULATORIAS ADECUADAS

Aún así, fuera de los incentivos que genera el mercado para que las compañías aéreas actúen responsablemente, las políticas aéreas, regulaciones y estándares que los gobiernos adoptan tienen un gran impacto en la seguridad y el precio del transporte aéreo. Así, si bien es verdad que factores como la antigüedad de la flota aérea o cuán rico sea el país y sus ciudadanos (y esperaremos más accidentes aéreos en Turquía o Brasil que en Noruega), la calidad regulatoria del sector aéreo y el tamaño de las compañías determina mucho sus grados de seguridad, en comparación con otras.

En la siguiente tabla observamos las probabilidades de sufrir un accidente (por millón de vuelos) en las grandes compañías aéreas europeas. Aunque en términos absolutos las diferencias entre ellas son reducidas, se puede decir que en general, cuanto más pequeña es la compañía, y menos desarrollado es el país, más probabilidades de sufrir un accidente.

Fuente: Airsafe (2008)

La importancia de buenas regulaciones y la implantación de estándares de seguridad adecuados se hacen más obvias si contrastamos la seguridad aérea en esos países con los indicadores del Banco Mundial sobre gobernabilidad y calidad regulatoria de esos mismos países. El patrón indicado anteriormente se hace especialmente notorio cuando comparamos a las compañías turcas con otros países europeos. Esta notable diferencia proviene, sobre todo, del hecho de que la mayoría de regulaciones aéreas provienen de Bruselas, de forma que vemos claramente como los turcos, al estar regulatoriamente "fuera de Europa", sufren una mayor inseguridad en sus aerolíneas.

En el gráfico, de cara al Ránking en calidad regulatoria (el valor en verde oscuro), la nota ideal es un uno. Es decir: cuanto más nota, menos calidad.

Fuente: Banco Mundial (2008) y Airsafe (2008)

¿ES SEGURO VOLAR?

Últimamente parece que se suceden en la prensa decenas de accidentes aéreos, pero se debe más a la atención mediática sobre el asunto que una ola de desastres momentánea. Pese a que cada semana o dos se produce un accidente en el mundo, lo cierto es que las probabilidades de que suframos una desgracia la próxima vez que tomemos un avión MD-87 son menores que la de que nos toque la lotería dos años consecutivos.

O como decía aquel estadístico: las probabilidades de que en un avión vayan dos bombas son tan remotas, que siempre me aseguro de llevar yo una en mi maleta para sentirme más seguro.

(Artículo publicado en ADN)

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¿Quién se irá al paro?

España ha salido peor parada en la última corrección de sus previsiones económicas que ha efectuado el FMI. La institución basada en Washington (y frente a la ventana de mi oficina) nos augura un 2009 donde la crisis se agudizará, y el parón de la construcción continuará destruyendo empleo, causando estragos en el resto de la economía.

Si examinamos los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), encontraremos que el crecimiento en el paro viene liderado por una gran destrucción de empleo en el sector de la construcción (el paro aumentó un 70,7% más que en Junio de 2007). Este hecho está perfectamente vinculado al frenazo total en la construcción de nuevas viviendas, como muestran en este blog especializado.

Las primeras víctimas de la actual crisis económica son fáciles de identificar: varones jóvenes (18-40), trabajando en la construcción con contratos no indefinidos. Sus probabilidades de engrosar las listas del paro son altísimas en este momento.

Especialmente será el caso de los jóvenes inmigrantes trabajando en la construcción, que suponen al menos un millón de empleados. Un trabajo reciente del IESE encontró que la ola de inmigrantes que se incorporó en la última década al mercado de trabajo español lo hizo en condiciones de alta temporalidad y generalmente estaban sobre-educados para los trabajos que debían hacer.

En esas condiciones, en los próximos meses vamos a observar tres fenómenos, consecutivamente: (1) la no renovación de muchos contratos de trabajo en la construcción, generando un aumento del paro de manera acelerada de aquí a fin de año; (2) una reducción en la llegada de inmigrantes desde los países de renta media (Europa del Este, América Latina); y por último (3) una presión a la baja en los salarios del sector servicios, al aumentar la competición con la llegada del millón de empleados expulsados de la construcción.

El mapa del paro

Por otra parte, no todo el país se va a haber afectado del mismo modo. Coincide que las zonas donde el boom inmobiliario fue más intenso son las zonas con mayor inmigración, y también aquellas que más van a sufrir la crisis. El arco mediterráneo, desde Girona a Huelva, así como Madrid, van a sufrir con especial intensidad el fenómeno en cadena descrito arriba. Sin embargo, las grandes ciudades conseguirán reabsorber a esos desempleados en otros puestos del sector servicios, actuando de amortiguador. El resto del país, especialmente el norte, vivirá de forma menos aguda la crisis, aunque también verá ralentizarse el crecimiento y el consumo, mientras la inflación se dispara.

En el mapa inferior, observamos la importancia del sector construcción en la creación de puestos de trabajo en las diferentes autonomías. En Baleares, Andalucía, Murcia y La Mancha, el empleo en la construcción representaba entre un 15% y un 17% del empleo total, lejos de la media nacional (13%). Y es ahí, junto a otras comunidades pequeñas muy dependientes del boom inmobiliario, donde más fuertemente se va a sentir la crisis.

¿Tenemos todos los mismos números de ir al paro?

Incluso en las regiones más afectadas, no todo el mundo va a tener la misma probabilidad de terminar el año en el INEM. El mercado de trabajo español tiene la característica, común a otros países mediterráneos, de generar dos mundos laborales casi independientes. En uno se encuentran los asalariados con contrato fijo, que ven más o menos indexado su salario ante una inflación creciente. En el otro, todos los trabajadores temporales, que verán como sus salarios se comprimen en los próximos dos años, y sus probabilidades de ser renovados se desvanecen. Sin duda, la peor situación posible la vivirán aquellos que se encuentren en una autonomía muy afectada por el colapso del ladrillo, y sus condiciones laborales no les ofrezcan demasiada estabilidad.

Ante este panorama, lo único que podrá hacer el gobierno es acelerar la inversión en infraestructuras en las zonas donde el frenazo inmobiliario ha sido mayor, y mejorar las posibilidades de reinserción laboral de los desempleados mediante formación especializada. Pero incluso esas medidas, que tendrán impactos a medio plazo, no serán suficientes para que evitemos vivir la montaña rusa que nos espera hasta 2010.

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¿Quién Paga la Fiesta?

Hace una semana, el secretario de Estado de Hacienda, Angel Ocaña, compareció ante los medios para abrir la caja de Pandora y publicar las famosas Balanzas Fiscales de las comunidades autónomas respecto al gobierno central. Como ya advertíamos, si existe un tipo de debate que, pudiendo ser muy útil, tiende a caer en el excesivo simplismo y a generar muchas frustraciones en todas partes, es éste. Por eso conviene ir un poco más allá del ruido mediático y poner luz al asunto.

¿Dónde gasta el Estado?

Las transferencias a los gobiernos autonómicos y locales, los impuestos cedidos, así como el gasto en sanidad, educación y servicios sociales son claramente territorializables. Del mismo modo, la mayoría de inversiones en infrastructuras se pueden atribuir a territorios, aunque se puedan beneficiar también los ciudadanos de comunidades vecinas.

Pero uno de los grandes problemas al analizar las balanzas fiscales es que la mayoría del gasto del Gobierno central se produce en bienes públicos, es decir, en bienes de los que se beneficia todo el mundo, independientemente de dónde se encuentre (como la defensa o el seguro de desempleo). De hecho, el gasto realmente territorializable del Estado es de, tan sólo, un 26,86% (Ángel de la Fuente; Instituto de Análisis Económicos-CSIC, 2000). Se hace imposible medir la distribución del gasto en relaciones externas, defensa, investigación, ayuda al desarrollo, o en tener instituciones reguladoras de los mercados eficaces, porque todos los ciudadanos (y autonomías) son beneficiarios de ello, aunque financien esos bienes públicos de acuerdo a su nivel de desarrollo.

Sin embargo, si observamos atentamente el debate en los medios, cuando se habla de déficit fiscal, en realidad lo que quieren decir es déficit en infraestructuras y servicios básicos. Y ahí el debate sobre las balanzas fiscales cobra sentido: ¿cuáles son las necesidades ciudadanas y ecónomicas en infrastructuras y servicios básicos? ¿dónde están los cuellos de botella? ¿qué priorizar?

Sólo la tercera pregunta no tiene una respuesta técnica, y corresponde a los políticos electos priorizar nuestras necesidades de la mejor manera posible, y a los votantes, juzgar si esas prioridades responden a sus intereses.

¿Por qué pagan más Madrid, Baleares o Cataluña?

El segundo problema es que es si entráramos en el Ministerio de Hacienda, nos sería difícil identificar quién está pagando los Presupuestos Generales del Estado. Cuando el Secretario de Estado de Hacienda presentó el informe sobre las balanzas fiscales, tuvo que reconocer que usaron metodologías distintas con diversos resultados. Primero, porque los ciudadanos pagan de acuerdo a su ingreso (IRPF) y sus actividades económicas (IVA, sociedades). Segundo, porque impuestos como los aranceles a las importaciones afectan a todos por igual, independientemente de dónde estemos.

Dicho esto, la distribución actual de renta entre individuos y empresas, sean de la autonomía que sean, es lo que explica que Madrid, Baleares o Cataluña estén a la cabeza en cuanto al esfuerzo conjunto. Esas autonomías concentran un mayor número de gente rica y sedes empresariales. Y ellas soportan una carga mayor que financia no sólo las infraestructuras de todos, sino también ese 75% de bienes públicos no territorializables.

¿Qué hacer?

Una de las carencias del sistema autonómico español, que le aleja del modelo alemán o norteamericano, es que las autonomías tienen una responsabilidad fiscal limitada. Por ejemplo, aunque quisiera, Valencia no tiene capacidad para aumentar los impuestos a sus ciudadanos un poco más de la media e invertir en resolver muchos de sus cuellos de botella, sean puertos más eficaces, mejores autovías o programas de becas para aprender idiomas en el extranjero. No existe corresponsabilidad fiscal y, por tanto, los incentivos son perversos. Los gobiernos autonómicos y central se ven obligados a entrar en una constante lucha por priorizar sus propias necesidades frente a los otros. Permitir una mayor flexibilidad a los gobiernos autonómicos para ajustar los impuestos a sus preferencias sería un buen primer paso para quitar presión al conflicto territorial e introducir responsabilidad en las finanzas públicas. No sería necesario esperar a tener vientos ideológicos a nuestro favor en Moncloa para empezar a hacer cosas.

El segundo paso para el Gobierno sería profundizar en su campaña de transparencia. Saber cuáles son las balanzas fiscales entre autonomías es interesante, pero más interesante sería conocer cuales son las balanzas fiscales entre clases sociales o niveles de renta.

Por último, para no generar malas costumbres o incentivos perversos, la solidaridad interterritorial debería ser dependiente de los 'logros' de las autonomías más beneficiadas. Aquellas que utilizaran bien los superávit fiscales deberían ser premiadas con un esfuerzo mayor, mientras que aquellas que estuvieran malgastando su superávit en políticas inadecuadas, aunque electoralmente rentables, deberían ver este recortado. Introducir un poco de rendición de cuentas en el proceso de solidaridad hace a los 'solidarios' más generosos.

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Las buenas notas de las ministras… ¿durarán?

Las encuestas demoscópicas solían indicar hasta la fecha que los ciudadanos españoles tenían una peor opinión de las ministras que de sus homólogos masculinos. La ventaja de los ministros sobre las ministras nunca había sido excesivamente grande pero se había mantenido constante desde el primer gobierno de José María Aznar. Sin embargo, esta regularidad se ha roto con el recién estrenado ejecutivo socialista: según el barómetro de abril del CIS (los últimos que facilitan notas del ejecutivo), por primera vez desde que las mujeres tienen una participación relevante en los gobiernos de nuestro país, la nota media de las ministras (5,1 sobre 10) supera por la mínima a la de los ministros (4,9 sobre 10). A pesar de que la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, se mantiene a la cola del Consejo de Ministros con un 4,1 sobre 10, la mayoría de ministras arrancan la legislatura aprobando. Fotogalería: Las notas de las ministras.
¿Por qué las ministras han sido tradicionalmente peor valoradas? ¿Qué ha cambiado en estas últimas semanas para que esta tendencia haya desaparecido? Una posible explicación de la primera cuestión es que los ciudadanos españoles siguen manteniendo actitudes sexistas en la esfera política. Al menos en España, los ciudadanos estamos acostumbrados a que nuestros gobernantes tengan un perfil masculino y esto podría inconscientemente afectar negativamente en como juzgamos a nuestras políticas. No obstante, parece poco probable que en cuestión de pocos meses los españoles hayan abandonado repentinamente sus actitudes sexistas.


Otra explicación sobre la tradicional menor valoración de las ministras es que hasta ahora éstas eran, simplemente, peores. El volumen de mujeres activas en política es escaso, así como el porcentaje de afiliadas a algún partidos políticos, que suelen representar en torno a un tercio del total de la militancia. La menor oferta de mujeres en política podría potencialmente afectar la calidad de las ministras, sobretodo si se desea cumplir con una determinada cuota de mujeres en el ejecutivo. No obstante, un breve repaso al currículum de las ministras del primer gobierno de Zapatero no parece apoyar esta tesis. Los logros académicos de las ministras del anterior ejecutivo son similares, o incluso mejores, que los de los ministros, pues todas ellas poseen al menos una licenciatura y en su mayoría estudios de doctorado. Es evidente que la valía de nuestros representantes no depende sólo de su formación, pero existe, sin duda, cierta relación.
Así, es muy posible que las malas notas tradicionalmente cosechadas por nuestras ministras no se deba a su falta de preparación o a las actitudes sexistas de los ciudadanos. La explicación más plausible es que se deba principalmente al sexismo imperante entre la clase política, quien tradicionalmente había relegado las mujeres a cargos de perfil político bajo. En efecto, el tipo de cartera condiciona el grado de exposición pública de los ministros y, por ende, el nivel de conocimiento que poseen los ciudadanos sobre quien sustenta el cargo. Y las encuestas muestran que existe una relación positiva entre el grado de conocimiento de los ministros y su popularidad: los ministerios menos relevantes generan políticos menos valorados.
Los ejecutivos de Zapatero representan un punto de inflexión en esta cuestión. En su primer gobierno, el actual Presidente confió en una mujer para un cargo de gran relevancia como es el de la vicepresidencia primera. Esto permitió a Fernández de la Vega convertirse en uno de los miembros mejor valorados del anterior Consejo de Ministros. En este segundo Gobierno, Zapatero ha ido más allá y no sólo ha reforzado la presencia femenina en algunos de los ministerios de mayor relevancia, sino que en esta ocasión también ha procurado difundir el mensaje de que el alto número de ministras en uno de los principales activos de su nuevo Gobierno.
El ejemplo más claro de que el tipo de cartera ministerial y su relevancia pública es una cuestión de primer orden en las valoraciones de los ministros es el de la actual Ministra de Defensa, Carme Chacón. La socialista catalana suspendía como Ministra de Vivienda hace tan sólo unos meses con un 4,3 y su valoración estaba por debajo de la media del Gobierno. Pocos meses después, se ha convertido, ya como Ministra de Defensa, en el segundo miembro más valorado del actual ejecutivo con una nota de 5,7. Chacón es la misma; el cargo diferente.
Durante esta legislatura, las ministras seguirán contando con una mayor relevancia y visibilidad. ¿Sabrán aprovecharlo? Las continuas polémicas en torno a las propuestas y declaraciones de Bibiana Aído ("miembras", biblioteca de mujeres, el velo) nos hacen ser pesimistas sobre su capacidad de mantener su actual aprobado (de 5.1 sobre 10). De nuevo, no parece casual que las polémicas provengan de un ministerio de poca relevancia y con competencias poco claras. Sus errores no son sólo una cuestión de su valía como profesional, sino que en gran parte vienen con el cargo. Si sus polémicas propuestas acaban hundiendo la valoración de la ministra de Igualdad, es muy probable que los nuevos barómetros de CIS vuelvan a posicionar la nota media de las ministras por debajo de sus homólogos masculinos.

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¿Hasta cuando la crisis?

Comentamos en ADN que mientras el Gobierno empieza a reconocer la crisis y la posibilidad de entrar en una "recesión" (dos trimestres seguidos de crecimiento negativo), las expectativas de los ciudadanos hace mucho tiempo que distan de ser optimistas, alcanzando ratios de pesimismo no vistos en una década.

En la gráfica de abajo se observa que durante el periodo 1996-2000, los ciudadanos se contagiaron del optimismo derivado de la gestión Solbes-Rato y el recobrado crecimiento de aquellos años, seguido por un periodo de continuidad donde todos esperaban que la situación económica siguiera su positivo curso. Tras la elección del gobierno socialista (2004), el pesimismo económico fue in crescendo, hasta alcanzar los actuales niveles récord, de una manera casi continua. Por lo que, lejos de ser un reflejo de la actual crisis, que empezó a hacerse patente en los últimos meses de 2007, los ciudadanos ya tenían instalada una desconfianza muy notable respecto a nuestro futuro económico como país. ¿Anticipaban el final del ciclo del ladrillo? ¿Es simplemente desconfianza en los socialistas manejando el dinero público? ¿Una mezcla de ambos?

Si observamos a los datos reales de crecimiento y desempleo, en la tabla de abajo, podemos subrayar dos constantes:

1) Cuando la economía crece por debajo del 3%, como en 2002, 2003 y 2008, el desempleo crece de manera notable. La economía española necesita crecer por encima de ese ritmo para mantener o reducir su desempleo, que vuelve a estar por encima de la media europea.

2) El "milagro español" lleva experimentando desde que empezó en 1995-1996 choques adversos cada 5-6 años (en concordancia con las crisis internacionales), y el apunte pesimista es que la siguiente etapa de crecimiento era menos intensa, pese a las reformas y liberalizaciones del periodo anterior (que anunciarían una mayor capacidad de crecimiento, supuestamente, en la siguiente etapa).

Así que visto este contexto, vayamos a la pregunta del millón: ¿hasta cuando la crisis?

Si observamos el crecimiento pasado y las previsiones de crecimiento de la OCDE, el FMI, la Comisión Europea, y el Banco de España, de menos a más optimistas, estos estiman una media de 2% de crecimiento en 2008 y alrededor del 1.6% en 2009. A partir de 2010 , el FMI calcula que España retomará la senda del crecimiento por encima del 3%, y generando así el empleo destruido durante el periodo de cara a las elecciones de 2012.

La estimación del FMI (que la crisis durará algo menos de 3 años, empezando el último trimestre de 2007) encaja perfectamente con los hallazgos de un estudio* reciente realizado por Kenneth Rogoff (Harvard) y Carmen Reinhart (Maryland) y citado esta semana en Business Week. En él, observan las pasadas crisis financieras y, sobre todo, del "ladrillo" durante las últimas décadas, detectando cinco casos de grandes crisis (España 1977, Noruega 1987, Finlandia y Suecia 1991, y Japón 1992). En estas cinco crisis, que encajan en cierta forma con la situación actual, la crisis se resolvió en tres años. Lo mismo fue para el resto de crisis económicas observadas, aunque la intensidad de la crisis fue menor.

Por lo tanto, no sería temerario afirmar que en Moncloa estarán tranquilos esperando la recuperación automática del ciclo económico dos años antes de las próximas elecciones. Y sin embargo, instalado tal grado de pesimismo en los votantes, es muy probable que éstos no recuperen su optimismo económico tan deprisa como le gustaría al señor Presidente.

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* Reinhart, C. and Kenneth Rogoff (2008). "Is the 2007 U.S. Sub-Prime Financial Crisis So Different? An International Historical Comparison" (Sin publicar)

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Matrimonio homosexual y territorio

Ayer El Pais presentaba una serie de cifras de balance de matrimonios homosexuals que se han consumado a lo largo y ancho del territorio español durante los tres años posteriores a la aprobación de la ley. Como dicen en este periódico “Estas cifras sólo incluyen las estadísticas reflejadas en los 356 registros civiles informatizados y no incluyen a los registros del País Vasco, ni contabilizan los datos de los más de 7.000 juzgados de paz, en los que también puede contraerse matrimonio.” Aún así, podemos analizar un poco los datos y preguntarnos qué explica la variación en el número y tipo de matrimonies contraídos (véase, entre hombres o entre mujeres).

Los datos, tal y como son presentados en El País, son relativamente poco informativos porqué se da solo la cifra absoluta de matrimonios. Debemos preguntarnos ¿qué representan estos números en relación a la población total de España y de cada una de las Comunidades Autónomas? Para ello, hemos tomado datos de población del Instituto Nacional de Estadística y hemos puesto estos datos en términos relativos al censo de población del año 2001.

Cuando miramos los datos relativos a la población, la idea que las comunidades “más progres” como Cataluña o Madrid son las que tienen más matrimonios gays, queda claramente confirmada. Madrid es la comunidad con un mayor número relativo, 2.8 por cada cien mil habitantes. Cataluña le sigue de cerca, con un 2.2 por cada cien mil. Les siguen Baleares, Asturias, Canarias, Aragón y Murcia. Las Comunidades con menos matrimonios gays son, como podríamos esperar, aquellas que concebimos como más tradicionales o “castas”: Galicia, con un 0.11 por cada cien mil habitantes, Castilla-La Mancha y Castilla-León, con 0.5, y Navarra con 0.6.

Por otro lado, podemos analizar cuál es la proporción de matrimonios entre mujeres y entre hombres. Vemos que, para el conjunto del Estado, un 70% de los matrimonios son entre hombres, y un 30% entre mujeres. Este dato es bastante chocante puesto que la población femenina es mayor que la masculina, y no tenemos ninguna razón para pensar que hay más hombres homosexuales que mujeres. Probablemente los datos no sean nada más que otro indicador de la (in)visibilidad en la que vive todavía el colectivo lesbiano en España (cosa que, por cierto, tengo entendido que ha sido objeto de la campaña “lesviana” en la edición del día del orgullo gay de este año). Las Comunidades con mayores niveles relativos de matrimonios entre mujeres (en comparación con los matrimonios entre hombres) son Melilla y Ceuta, Baleares, Cantabria, Navarra y Asturias, y aquellas con mayores niveles de matrimonios entre hombres son La Rioja, Madrid, Pais Valenciano, Murcia y Cataluña. No parece haber, sin embargo, una separación territorial entre hombres y mujeres homosexuales. Es más, las comunidades con más matrimonios entre hombres son también las comunidades con más matrimonios entre mujeres –esto se puede ver claramente en el gráfico siguiente:



En resumen, los datos evidencian que hay una division bastante clara entre dos Españas, en lo que al mundo homosexual se refiere, una España progre, avanzada y donde el matrimonio homosexual está llevándose a cabo con relativa normalidad (y seguramente con valores elevados debido a la concentración de gays de otros lugares en estas comunidades), y una España más rancia y atrasada en lo que a los valores se refiere, donde el matrimonio gay roza los valores nulos. En otras palabras, Cataluña y Madrid son a Navarra y las Castillas lo que Massachussets y California a Tejas y las Carolinas.

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Solbes, ¿un nuevo perfil más político?

En ADN comentábamos hace un par de semanas que mientras la percepción ciudadana sobre la situación económica se desploma, la popularidad del vicepresidente-económico Pedro Solbes se mantiene intacta. Se trata de un hecho curioso pues en principio se esperaría que la valoración de este ministro fuera especialmente sensible a la coyuntura económica del país. Así lo han venido reflejando los datos durante la pasada legislatura, cuando la percepción de la economía y la valoración del ministro Solbes se movían en paralelo.

Esto lo escribíamos hace un par de semanas, pero cada día estamos más seguros que Solbes no va a salir bien parado en los próximos barómetros. El ministro de Economía era especialmente valorado por tener un marcado perfil de gestor, que se mantenía al margen de la dialéctica política de tertulia. El debate Pizarro-Solbes en la campaña electoral potenció aún más esa percepción, pues mientras el primero introdujo declaraciones poco afortunadas sobre terrorismo u otras cuestiones no económicas, el segundo se mostró seguro y convincente sobre su gestión y sus planes para el futuro.

(datos cis: los datos sobre percepción económica son originalmente de la escala 1-5)



Sin embargo, en las últimas semanas Solbes parece insistir demasiado en rechazar la mala situación en la que se encuentra la economía española. Negar en exceso la crisis que se avecina podía en su momento ayudar cambiar las expectativas de los ciudadanos. Pero sus esfuerzos parecen ya inútiles. Los datos demuestran que la percepción de crisis ya está bien instalada en la opinión pública. Ahora evitar obstinadamente la palabra “crisis” puede acabar girándose en contra del ministro. Vean como ejemplo el ridículo juego de tabú que se instaló en el gobierno catalán, aragonés y nacional cuando se evitaba inútilmente el término “trasvase” y se proponían alternativas como: “cañería”, “mini-trasvase”, “captación puntual” etc. De nada sirvió.

Con su insistencia en negar lo evidente, Solbes parece estar desviándose de ese rol de gestor al margen de las peleas políticas diarias que tanto le ha funcionado en el pasado. Ante este nuevo perfil del vicepresidente económico, ¿seguiremos viendo como su popularidad se mantiene al margen de la situación económica? Muy posiblemente no. Irónicamente, hemos llegado a una situación que cuanto menos hable Solbes de crisis económica peor le irá en las encuestas.

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El radicalismo del PP

Hoy Público nos informa de la siguiente noticia: “un estudio del PSOE atribuye la derrota del PP a su radicalismo”. Lean un recorte:

Mientras que el 71% percibe al PSOE como un partido moderado y sólo una reducida minoría del 16% lo considera muy o bastante radical, en el caso del PP sucede lo contrario: el 51% ve a este partido como muy o bastante radical y sólo el 37% cree que es moderado.
Estos datos presentados de forma agregada no nos ofrecen toda la riqueza del asunto. Desafortunadamente, la Moqueta Verde no dispone de este estudio, pero creemos que sería sumamente interesante tener este dato por grupos ideológicos. ¿Quién considera al PP como un partido radical? ¿sus votantes? ¿Los de centro? ¿Los del PSOE e IU? De algo parecido hablamos hace unos meses en la anotación: Las malas notas de Rajoy… ¿o no tan malas?

Las consecuencias políticas de quien considera al PP como radical son muy relevantes. Si son los votantes de izquierdas los que perciben al PP como radical, el resultado es que se activa “el voto del miedo”. En estas situaciones el PSOE se convierte en el punto focal de los votantes de izquierdas. El PP no perdería votantes en términos absolutos, pero su estrategia provocaría un aumento del voto al PSOE y, por ende, una pérdida relativa de votos. Algo similar ya comentamos en un artículo en Si ministro (centrarse para no asustar). Del artículo de Público se desprende que las conclusiones del PSOE van en este sentido.

Pero si los que perciben al PP como un partido radical son los votantes de centro, el resultado más probable es que los populares pierdan parte de su base electoral. Es decir, la pérdida de votantes del PP sería no sólo en términos relativos sino también en absolutos.

Dejadme que deje como evidencia empírica datos del CIS para ver cómo se comportaron los votantes de centro. Los dos gráficos de abajo comparan el recuerdo de voto por grupos ideológicos entre las encuestas postelectorales de 2004 y 2008. Los datos del CIS parecen indicar que quien más votantes de centro perdió en las últimas elecciones fue precisamente el PSOE, quien paso de recibir de un 40 a un 20 por ciento de los que se ubican ideológicamente en el 5. En cambio, este efecto no está tan claro en el caso del Partido Popular, cuyas pérdidas en ese espacio ideológico son más modestas.

El centro político según los datos del CIS se fue especialmente (en comparación a los otros grupos ideológicos) a las categorías de abstención y el misterioso “no contesta”. Está claro que por lo general el centro político no quedó satisfecho con la situación política de la anterior legislatura. Ambos partidos jugaron por los extremos; y parece ser que el PSOE es el que perdió más apoyos entre ese electorado.

Si el PP es muy radical y el PSOE muy poco, ¿por qué este último partido perdió más apoyos entre los votantes de centro? A priori parece algo incompatible, aunque como siempre hay muchos otros factores que entran en la ecuación. La explicación más sencilla, pero, es que simplemente los ciudadanos que valoran al PP como muy radical son sólo los votantes de izquierdas que no votarían al PP de todos modos. La opinión de los votantes de centro parece ser que es incluso la opuesta. A falta del estudio del PSOE, el instinto nos dice que, en la pasada legislatura, los votantes de centro percibieron especialmente al PSOE como un partido radical.

Conclusiones: El PP debe mejorar el efecto rechazo que generó su estrategia electoral de la pasada legislatura entre los votantes de izquierdas y que acabó activando el voto del miedo. Por otro lado, el PSOE debe tomarse en serio su perdida de base electoral entre los votantes de centro efectuando una legislatura más sosegada. Ya lo contaremos con más detenimiento en futuras anotaciones, pero la moqueta tiene la impresión que la tarea del PSOE puede ser más difícil que la del PP.


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Luna de miel

No seamos cortoplacistas e intentemos ver los datos con perspectiva. Si bien es cierto que el PSOE se está distanciando del PP tanto en intención como en estimación de voto, este dato es muy probable que sea un mero producto del efecto conocido en la jerga política como el “honeymoon period”. Existe la regularidad empírica de que los gobiernos gozan de un período inicial dulce o de tregua con la opinión pública que progresivamente va desapareciendo. Por ejemplo, en España es fácil ver este efecto luna de miel en el siguiente gráfico:


Los datos que recogemos son las estimaciones de voto según los barómetros del CIS de las legislaturas de Aznar y Zapatero. En ellos se puede apreciar el efecto luna de miel tras las elecciones. De las cuatro legislaturas destacan especialmente dos:

1-El primer gobierno de Aznar tiene curiosamente un periodo anti-luna de miel, seguramente debido a la inesperada “dulce derrota” del PSOE. Lo cierto, es que contrariamente a lo ocurrido en las últimas legislaturas, Aznar empezó su primer mandato sin contar con el entusiasmo del electorado español. Éste tuvo que esperar hasta la segunda parte de la legislatura (después de la caída de Borrell) para empezar a liderar las encuestas.

2-Por el contrario, el primer gobierno de Zapatero gozó de una luna de miel no apta para diabéticos. Si en enero del 2004 el PSOE perdía según el CIS por 6 puntos porcentuales, un mes después de su victoria éste aventajaba al PP por unos 10 puntos. Entonces, los populares fueron severamente castigados por la gestión del atentado del 11M a la vez que Zapatero conseguía ilusionar a gran parte del electorado con un nuevo talante. El problema es que las altas expectativas generan posteriores desilusiones. La caída de Zapatero en los primeros dos años de su legislatura es notable.

En la actualidad nos encontramos en el inicio de una nueva luna de miel. Ésta puede deberse tanto a la renovada ilusión que ha generado el nuevo ejecutivo de Zapatero, hábilmente vendido como renovado y femenino, como a la desaceleración del PP. Es de esperar que, como en las anteriores ocasiones, este aumento del PSOE post-electoral sea transitorio. Ahora bien, la duración de la nueva luna de miel que vive Zapatero puede que sea directamente proporcional a cuánto tarda el PP en ordenar sus asuntos internos. Por ahora parece que los barones territoriales presionan para mantener a Rajoy hasta su desgaste final en las elecciones autonómicas que se avecinan. Si así fuera, es muy posible que el asalto del PP no empezara hasta mediados del año que viene. Hasta entonces, sol, playa y barra libre de mojitos.

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Agua y votos

Dos politólogos americanos muy influyentes, Chris Achen y Larry Bartels, publicaron un trabajo muy interesante sobre como los gobiernos son víctimas en ocasiones de situaciones adversas totalmente fuera de su control. En este artículo demostraron que los ciudadanos americanos castigaban a los gobernantes por sequías, por inundaciones e incluso por ataques de tiburones en sus costas. Lean un fragmento curioso y muy controvertido de su articulo -traduzco del inglés:

[nuestro modelo sugiere] que 2.8 millones de ciudadanos votaron en contra de Al Gore en el 2000 porque sus estados estaban demasiado secos o demasiado húmedos (...) el castigo climático le costó a Gore siete estados —Arizona, Louisiana, Nevada, Florida, New Hampshire, Tennessee, and Missouri—y casi tres veces más votos que los perdidos por la famosa "papeleta mariposa" de Florida. Los votantes respondieron a los problemas climáticos del 2000 (...) castigando al gobierno en las urnas

Si lo que comentan Bartels y Achen es cierto y extrapolable a España, los gobiernos monclovitas tienen un grave problema. Lejos de querer hacer lo mismo para el caso español (pues es mucho trabajo), quiero dar dos evidencias anecdóticas de cómo el agua puede influir en las elecciones en nuestro país.

1- Las sequías a secas. ¿Castigaron al gobierno los pueblos vecinos de los pantanos al ver como día a día se quedaba sin agua? ¿Se trasladó a las urnas la preocupación o descontento de estos vecinos al ver el pobre estado de sus embalses? Siguiendo a Bartels la tabla 1 relaciona la evolución del caudal del pantano con la variación del voto al PSOE en los pueblos ribereños (en comparación con la variación del PSOE en el conjunto de su provincia). Como aún no ha habido cortes de agua y en la campaña electoral tampoco se amenazaba con futuros cortes, podemos asumir que los pueblos vecinos a los embalses eran los que más informados estaban del problema y, en consecuencia, los que más probabilidad tenían pensar en la sequía en el momento de votar.

Los datos parecen indicar que en ese momento no hubo relación entre sequía y votos. Los pueblos cercanos a los pantanos que más caudal perdieron en el último año no castigaron al gobierno más de lo que lo hizo el resto de su circunscripción. Es cierto que el crecimiento del PSC en algunos pueblos como Osor y Naves fue muy por debajo del resto de la provincia (indicando un castigo por la sequía). Pero en otros pueblos como Vilanova de Sau o Riudecanyes ocurrió lo opuesto. No parece pues que haya un patrón claro que relacione sequía con votos.

La tabla de arriba simplemente es un signo de que ser consciente de la sequía no lleva directamente a estar descontento con el gobierno. Es necesario otro elemento: la politización del tema. En España ya vimos que si el terrorismo no solía afectar en el voto de los ciudadanos en anteriores legislaturas, este tema empezaba a influir el voto en la legislatura 2004-2008 debido a la rotura del consenso entre PP y PSOE. Esto es una lección de que en España, las catástrofes (naturales o de violencia) inciden en el voto sólo cuando los partidos los activan como temas de confrontación política.

2-Las sequías, los trasvases y la politización del agua. Parece pues que la sequía por si misma no genera costes. Pero, ¿qué pasa cuando el gobierno entra a solucionar el problema decidiendo la redistribución de los recursos naturales con la oposición en contra? ¿Influye el agua en las elecciones entonces? En la historia reciente de nuestro país tenemos la guerra política por el Plan Hidrológico Nacional que ha enfrentado a dos comunidades -Aragón y Valencia-, sobretodo desde la segunda legislatura de José María Aznar. El gráfico siguiente mostramos el porcentaje de voto al PP en ambas comunidades. Claramente, se aprecia que las preferencias políticas de estas dos comunidades se separan a partir de la legislatura 2000-2004 con el Plan Hidrológico del PP. Seguramente, esta divergencia entre ambas comunidades tiene múltiples explicaciones. Pero, el agua, es posiblemente una de ellas.

En España el agua es como el terrorismo. Podría ser una cuestión de Estado que evitara la confrontación entre gobierno y oposición, pero no lo es. Se ha optado por incluirlo en la agenda política y los resultados serán cada vez más claros: la división entre españoles.

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Renovación

Por mucho que algunos periodistas y tertulianos se empeñen en decirlo, no es cierto que Zapatero haya apostado por la renovación generacional en su segundo gobierno. Aunque Bibiana Aído, con sus 31 años, sea la ministra más joven de la democracia, el gobierno de Zapatero es de hecho el más viejo de este último período democrático. La juventud de dos de sus ministros (menores de 40 años) ha creado el espejismo de un gobierno joven, pero lo cierto es que Zapatero nunca se ha caracterizado por una renovación generacional como lo hizo, por ejemplo, Felipe González a principios de los ochenta. Veámoslo con números. El primer gobierno de González (1982) contó con cinco ministros menores de cuarenta años y el de Aznar (1996) con tres. Sin embargo, Zapatero no incorporó a ningún ministro treintañero en el 2004 y sólo dos en este nuevo gobierno. Y más números: vean el siguiente gráfico muestra la edad media de los ministros por legislaturas desde 1979.


En realidad los datos demuestran que Zapatero fue el único Presidente que no apostó por un gobierno más joven que el de su predecesor. Lo hizo Felpe González en 1982, quien formó un gobierno ocho años más joven que el de Suarez/Calvo-Sotelo (aquí tratado juntos) y también José María Aznar en 1996, con ministros casi dos años más jóvenes de media con respecto a González. Sin embargo, Zapatero apostó por un gobierno veterano, recurriendo a políticos del período de Felipe González.

La verdadera renovación de Zapatero es la incorporación de mujeres en su equipo. Precisamente, Zapatero ha apostado por la renovación generacional sólo con algunas de sus ministras. Si excluimos las mujeres del nuevo ejecutivo, vemos que Zapatero ha confiado en hombres de avanzada edad, cercana a los 60 años, superando en quince años la media de edad del primer gobierno de González.

¿Por qué las ministras de este gobierno son manifiestamente más jóvenes que los ministros? Una explicación sencilla es que se trata de un problema de oferta. La incorporación de la mujer tanto en la formación académica superior como en el mercado laboral ha sido tardía y, en consecuencia, la mayoría de mujeres formadas y preparadas para ser ministras forman parte de las generaciones más jóvenes. Este argumento es atractivo pero no parece confirmarse en el caso del gobierno de Aznar quien también contaba con numerosas ministras en su ejecutivo y, en cambio, la edad media de las ministras era, incluso, mayor que la de los ministros.

Parece, pues, que no se debe a un problema de oferta sino más bien una cuestión de demanda. Zapatero ha querido incorporar mujeres en su equipo que además sean manifiestamente jóvenes. Así consigue con un solo movimiento mandar dos señales a la opinión pública: (i) mostrar su compromiso con la igualdad de género; y (ii) mandar un mensaje de un gobierno joven. Esto último, puro marketing.

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La batalla de Madrid

El partido de Rosa Díez (UPyD) ha sido especialmente exitoso en la ciudad de Madrid, donde ha obtenido casi 73.000 votos (un cuarto de todos sus votantes), arrebatándole un 4% de los votos a los partidos establecidos. Díez había declarado que su partido era para los que no se querían declarar "ni rojos ni fachas", y por tanto, se situaba en el centro apelando a los votantes especialmente antinacionalistas. Y en Madrid ha encontrado a mucha gente dispuesta a votarle, pese al encanto del voto útil, y a atravesar ese mágico 3% mínimo, necesario para obtener representación. Pero la gran pregunta, al igual que ya hicimos hace dos años con el partido Ciutadans, es:

¿De donde vienen los votantes de UPyD?

Si examinamos los 21 distritos de Madrid y los ordenamos en función de la renta, observamos rápidamente que UPyD ha cosechado más votos en los distritos más ricos que en los más humildes (ver gráfico 1). La correlación estadística es muy fuerte, y nos indica que el partido de Rosa Díez ha calado entre las clases medias y altas madrileñas, más que entre la clase trabajadora.
Esto podría llevarnos a concluir que, dado que esas clases en Madrid suelen votar más al Partido Popular que al PSOE, los votantes de Rosa Díez son fundamentalmente populares desencantados con Rajoy. El gráfico 2 nos demuestra que esto no es así: si comparamos la balanza de resultados en los 21 distritos tanto para la derecha (PP) como para la izquierda (PSOE e IU), observamos que el PP ha ganado terreno fundamentalmente en los barrios obreros de Madrid, mientras que ha permanecido estable en los barrios altos y de clases medias acomodadas. Las obras públicas como Metrosur y el mensaje de lucha contra la immigración "excesiva" le ha hecho ganar terreno justamente en los graneros del PSOE e Izquierda Unida en Madrid.


Por su parte, seguramente para sorpresa de muchos que pudieron ver a UPyD como una tapadera del PP, se puede concluir con cautela* que el partido de Rosa Díez ha atraído sobre todo a votantes de izquierda probablemente desencantados con la política territorial y antiterrorista.

* Porque hay que evitar confundir cambios en el voto dentro de un distrito, provincia o autonomía con transferencias entre partidos (falacia ecológica).

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La Moqueta Apuesta

Diez politólogos de diferentes universidades españolas e internacionales han sido interrogados por La Moqueta Verde acerca de las próximas elecciones. A continuación os presentamos la media de sus apuestas, que se convierten en la apuesta oficial de La Moqueta verde:

Aunque parezca que los politólogos españoles somos conservadores en nuestras predicciones, lo cierto es que algunos apostaban por un empate técnico y otros ponían al PSOE al borde de la mayoría absoluta, con muchas opiniones entre estos dos extremos. De lo que se pueden deducir dos cosas: que existe mucha incertidumbre todavía acerca del resultado y todo está abierto y dependiente de los datos de participación, o bien que los politólogos sólo somos buenos prediciendo el pasado. Que es bastante probable...

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¿Después de Gallardón? El Gallardonismo

Uno de los fundadores de la Moqueta Verde, Lluís Orriols, junto con el Moquetero Invisible, el Señor De La Calle, publican hoy en El País un artículo muy interesante sobre los efectos de Gallardón en la manera de hacer política en España.

Muy recomendable (leer).

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Los leales (II)

Los partidos políticos cuando se enfrentan a una contienda electoral deben ocuparse de dos frentes: fidelizar a su electorado "natural" y ganar nuevos apoyos de los más independientes. Durante estos años ya hemos hablado de que se ha producido una estrategia tribalista en la que cada uno se ha dedicado a cuidar su propia parcela. El PSOE lo ha hecho muy efectivamente con las políticas sociales; el PP esponsorizando conceptos muy queridos por su clientela como España, libertad y familia. El resultado de esto es posiblemente el desencanto de los moderados. Una aproximación de ello lo veíamos en la entrada anterior donde observábamos que la abstención declarada sólo aumentaba sustancialmente entre los votantes de centro.

Una posible consecuencia electoral de esta política tribalista es que permite a los partidos fidelizar a sus votantes. En efecto, en estos cuatro años el PSOE ha conseguido aumentar el volumen de fieles en comparación con otras elecciones (ver gráfico). De hecho, la gente que declara que volverá a votar al PSOE es el más alto en toda la serie 1993-2008. El PSOE ha sido capaz en estos cuatro años de mejorar la lealtad de sus votantes, lo que es sin duda una buena noticia para este partido.

En cambio, lo contrario ocurre con el PP. Este partido por lo general goza de unos niveles de lealtad muy superiores a los del PSOE. Aunque esta regularidad se mantiene en el 2008, es destacable que el porcentaje de fieles es el más bajo desde 1993. El margen respecto al PSOE era en 1993 de 20 puntos, en cambio hoy es de poco más de diez.

Gráfico: % de leales en el PP y PSOE

fieles o leales: los que declaran haber votado al PP (o PSOE) en las anteriores elecciones y declaran que lo volverán a hacer en las próximas

¿Dónde han ido los votantes del PP? A la categoría "no sabe todavía". El porcentaje de ex votantes populares que hoy se declaran indecisos se ha doblado desde 2004, pasando del 6 al 12 por ciento. Este grupo además parece (sin la matriz original de datos tampoco podemos asegurarlo) proceder del centro. Nada raro teniendo en cuenta la campaña electoral del PP.

Rajoy no pisará esta Moqueta (y muy probablemente tampoco la Moncloa), pero dejamos el mensaje por si alguien lo recoje a tiempo: mariano, deja de mirar hacia la derecha y sigue el lema de Edgar Rovira: "el equilibrio my friend".

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Sobre Impuestos y Territorios en España

Mientras Solbes sopesa publicar las balanzas fiscales entre Comunidades Autónomas, los ciudadanos ya tienen una opinión formada al respecto. La lógica debería decirles que es muy probable que las CCAA ricas estén transfiriendo más recursos hacia las menos desarrolladas, aunque sus intuiciones sobre cómo funciona el federalismo fiscal en España son probablemente variadas, y mediatizadas por la ideología y las posturas de los partidos nacionales y nacionalistas.

El discurso del centro, tanto del PP como del PSOE, es que la redistribución no se produce entre territorios, sino entre personas de diferente renta. Pero sucede que su distribución en el territorio no es homogénea, y así los ricos tienden a concentrarse en los polos de desarrollo, como Madrid, Cataluña o el País Vasco, y los menos afortunados en el interior y el sur. Por eso, si se publican las balanzas fiscales de las CCAA, en apariencia se observaría que existen desajustes entre lo que las autonomías dan y reciben, pero sería una ilusión producto de tomar el territorio, y no el individuo, como medida.

El discurso nacionalista argumenta que el territorio es tanto o más importante que el ciudadano como unidad de medida, porque la mayor parte de la inversión estatal se realiza en bienes públicos (p.ej. una autovía). Los bienes públicos tienen la característica de que beneficia a todas las personas en su radio de influencia (la seguridad, las infraestructuras, etc) independientemente de cuestiones como el nivel de renta individual. Por tanto, la balanza fiscal debe medir la inversión y gasto per cápita del estado en cada autonomía respecto a lo que ésta da.

Los ciudadanos, en realidad, tienen percepciones más complejas. Cuando son preguntados por cuál creen que es su situación fiscal personal (lo que dan menos lo que reciben) respecto al Estado, hay una historia que contar diferente en cada autonomía, donde se mezclan percepciones de riqueza relativa de la región y de inversión pública recibida:


La sensación de "agravio fiscal" está ligeramente relacionada con el nivel de renta. Así, las autonomías más ricas tienden a concentrar al grueso de los descontentos con su balanza fiscal con el Estado. Cataluña aparece así como la más agraviada, pero también diversas comunidades gobernadas por el PP. Como decía, esto pueda deberse a que consideren que el gobierno Zapatero no ha invertido en esas comunidades del mismo modo que hicieran los gobiernos populares, y se hayan sumado así al "agravio fiscal". Por lo demás, son excepciones lógicas a este modelo las autonomías con régimen foral (Euskadi y Navarra), que apenas contribuyen al Estado.

Tal vez el asunto se ve más claramente cuando se les pregunta a los ciudadanos si desean más descentralización del gasto estatal en favor de las Autonomías. Las más ricas, excepto Madrid (obviamente) y Aragón, estarían encantadas con este aumento de la descentralización. Pero, más interesante, también las más subdesarrolladas estarían encantadas de gestionar más pastel público a nivel autonómico.


Como es un tema sobre el que no hay respuestas convincentes, dejo este post abierto. Me gustaría leer las reacciones de los moqueteros y visitantes a los datos de arriba.

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