


Etiquetas: elecciones, pais vasco, PSOE


(caída de la nota de Zapatero y Rajoy en la escala 1-10 según la ideología del encuestado entre 2/08 y 1/09)
El problema de Rajoy es más serio. Su popularidad se ha mantenido estable o incluso ha aumentado entre los que probablemente nunca le votarían (la izquierda) y, en cambio, cae de forma alarmante (en más de 1 punto) entre su electorado natural (la derecha). En realidad, pues, si sólo nos fijamos en los electorados potenciales de cada partido, es Rajoy el que está sufriendo con mayor intensidad las consecuencias de la (su) crisis. Parece ser que las crisis políticas internas son incluso más dañinas que las crisis económicas.
Aunque seguramente algo hay de la primera explicación, la segunda nos parece hoy por hoy la más plausible. La caída de Solbes en las valoraciones de los ciudadanos no parece tanto debido al fin de la luna de miel como a un cambio de tendencia en la percepción de Solbes como buen gestor . La nota de todos los ministros ha caído tras la luna de miel, pero Pedro Solbes es quien se lleva la peor parte. La valoración del gobierno ha caído, de media, medio punto; la de Solbes el doble. El ministro ha pasado de ser uno de los ministros mejor valorados del gobierno a estar por debajo de la media. Por primera vez en todos los gobiernos de Zapatero, el ministro suspende en sus valoraciones con un 4,3. Un descenso de esta magnitud nos hace pensar que es el propio Solbes el responsable de parte de su creciente descredito. De hecho, hace unos meses ya lo advertíamos en La Moqueta. Entonces denunciábamos que Solbes estaba cayendo en el error de tomar un perfil más político y que se equivocaba al entrar en las peleas políticas diarias. Muy probablemente, este nuevo perfil de Solbes ya ha calado entre los ciudadanos. El resultado: Solbes ha perdido gran parte de su atractivo político.


Los excelentes resultados que el PSC obtuvo en las pasadas elecciones del 9M acentúan este agravio y han tensado algo más las relaciones con sus socios en Madrid. Una reciente encuesta de El Periódico de Cataluña parece confirmar que la mayoría de los catalanes (53%) considera que el PSC no tiene suficiente influencia en el Gobierno español y preferiría que los socialistas catalanes tuvieran un grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados (59,1%). Parece que los catalanes desean un PSC parecido al de las dos primeras legislaturas (1977-1982) cuando éste gozaba de un grupo parlamentario distinto al del PSOE. Poca duda cabe de que un grupo socialista catalán en el Congreso permitiría al PSC tener mayor visibilidad e influencia en la política española de la que gozan en la actualidad.
No obstante, sin quitar mérito a la exitosa campaña del PSC en las pasadas elecciones, los datos parecen más consistentes con la idea de que la marca "PSOE" es esencial para los buenos resultados del PSC en las elecciones generales. Una simple comparación del voto socialista entre las elecciones autonómicas y las generales nos da buena cuenta de ello. El PSC cosecha sistemáticamente unos resultados manifiestamente peores en las contiendas electorales catalanas que en las de ámbito nacional. Aunque durante el liderazgo de Maragall las distancias se recortaron, el PSC obtiene de media casi 9 puntos porcentuales más en las elecciones al Congreso de los Diputados. Es decir, el PSC es más fuerte electoralmente cuando las caras visibles de las elecciones son los líderes del PSOE. Además, esta tendencia parece haberse agudizado en los últimos años, pues el PSC no deja de perder votos en las autonómicas mientras que gana cada vez con más holgura en las generales.

Desafortunadamente para nuestros políticos, en España no existe este recurso tan tentador para ganar perezosamente las elecciones. Las circunscripciones españolas son sus provincias y al gozar éstas de protección constitucional dificultan sumamente la modificación de sus fronteras por criterios partidistas. Además el número de escaños que se asigna a cada una de ellas está regulado por ley orgánica y, en consecuencia, se requiere de una mayoría cualificada del parlamento para ser reformada. La necesidad de consensos impide que el gobierno de turno efectúe reformas que le beneficien.
Aún así, los partidos políticos españoles no siempre se resisten a la tentación de proponer iniciativas de reforma de la ley electoral que (obviamente) favorezcan sus intereses. Aunque éstas suelen proceder de IU, la gran damnificada por el actual sistema, la última propuesta de reforma proviene de las filas socialistas. Desde hace algunos meses el PSOE incluye en su paquete de medidas para esta legislatura la creación de un nuevo distrito electoral: la circunscripción número 53. Siguiendo el modelo italiano, esta nueva circunscripción incluiría a todos los ciudadanos de nacionalidad española que se encuentren residiendo en el extranjero. Actualmente, los votos de este electorado se reparten por las diferentes circunscripciones del país, teniendo en las elecciones generales un peso generalmente poco relevante.
Una controvertida reasignación de escaños
El principal problema de esta propuesta es cómo determinar el número de escaños que recibiría esta nueva circunscripción de españoles que residen en el exterior. Según la actual ley, si empadronáramos ficticiamente a los 1,2 millones de residentes en el extranjero en esta nueva provincia española, tendríamos como resultado una circunscripción electoral que contaría con la considerable cifra de 8 escaños. Es decir, los emigrantes en el exterior serían tan influyentes en el Congreso como las provincias de Vizcaya, La Coruña o Asturias. Sin duda, se trata de una representación muy elevada que podría generar muchos recelos entre los ciudadanos que residen en España, pagan allí sus impuestos y sufren en primera persona el gobierno de turno.
Es posible que si el PSOE concretara la propuesta acabara por reducir el número de escaños de esta nueva circunscripción. Pero si somos fieles a la actual ley, deberíamos asignar 8 escaños a esta nueva “provincia” a costa de las existentes para, así, mantener un Congreso de 350 diputados. En concreto, las circunscripciones perjudicadas que perderían un escaño serían las provincias de Valencia, Toledo, Murcia, Cádiz, Almería, Barcelona, Madrid y Baleares.
¿A qué partido beneficiaría electoralmente?
Una posible consecuencia señalada por algunos analistas políticos es que la reforma podría castigar especialmente a las fuerzas de implementación regional, pues el voto nacionalista en la circunscripción de residentes en el extranjero sólo alcanzaría en excepcionales ocasiones la barrera del 3 por ciento necesaria para entrar en el reparto de escaños. Aunque esto es cierto, de entre las provincias afectadas por la reforma sólo en Barcelona hay voto nacionalista susceptible de conseguir escaños. En la práctica, pues, la reforma sólo podría afectar como máximo en un escaño la representación nacionalista en el Congreso.
En realidad, esta reforma afectaría especialmente a la correlación de fuerzas entre PP y PSOE. Los emigrantes han mostrado siempre la “curiosa” tendencia de votar más por el partido que está en el gobierno. Esto ocurre incluso cuando el gobierno pierde las elecciones. Por ejemplo, aunque el PSOE perdió las elecciones de 1996, su voto entre los residentes extranjeros casi dobló al del PP. De forma similar, el PP mantuvo una ventaja de seis puntos porcentuales entre los residentes ausentes cuando éste perdió las elecciones en el 2004. Sin embargo, a pesar de la existencia de esta regularidad, el PSOE casi siempre ha mantenido una ventaja relativa entre este grupo. Felipe González obtenía mejores resultados entre los residentes extranjeros que entre los empadronados en España. En cambio, en el cénit del mandato de Aznar en el año 2000, el PP sólo cosechó una ventaja muy estrecha entre los residentes en el extranjero.
Así, los emigrantes parecen favorecer en términos relativos al PSOE pues los votos del exterior suelen amortiguar la derrota del PSOE cuando éste pierde las elecciones y ampliar su victoria cuando éste las gana. Este sesgo favorable al PSOE entre los españoles residentes en el extranjero tendría mayores consecuencias electorales si éstos contaran con una circunscripción propia. Una sencilla simulación sobre el reparto de escaños en esta hipotética circunscripción número 53 nos deja claro que el PSOE obtendría casi siempre resultados muy favorables para sus intereses. Por ejemplo, en estas últimas elecciones el PSOE obtendría 6 nuevos diputados y, en cambio, el PP sólo 2. Incluso en momentos bajos para los socialistas como en las elecciones del 2000, éste empataría en escaños con el PP (4 ambos partidos).
Para ver más claramente los beneficios que esta reforma electoral supondrían para los socialistas, podemos hacer una simulación de los resultados electorales de las elecciones del pasado 9 de marzo si esta reforma hubiese estado vigente. Los resultados serían los siguientes: por un lado, el PSOE perdería 1 escaño en las provincias de: Madrid, Almería, Toledo y Valencia, pero ganaría 6 nuevos escaños en la nueva circunscripción. Por otro lado, el PP perdería 1 escaño en: Baleares, Barcelona, Cádiz y Murcia y sólo recuperaría 2 escaños entre los votantes emigrantes. En suma, esta reforma permitiría al PSOE mejorar sus resultados en dos diputados (pasando de sus actuales 169 escaños a 171) a costa del PP (que pasaría de 154 a 152). El resto de formaciones políticas mantendrían los mismos diputados que en la actualidad.
Las simulaciones parecen confirmar que la propuesta del PSOE sobre la nueva circunscripción número 53 no es imparcial en términos electorales. Está claro que esta propuesta se puede justificar con el argumento de que beneficiaría la integración y la visibilidad de este colectivo (y por ende su participación, por ahora más bien escasa). Pero las reformas electorales casi nunca son neutras: siempre hay vencedores y vencidos. Y lo más probable es que esta reforma tuviera en la mayoría de las ocasiones un sesgo favorable al PSOE. Ante estos datos es de esperar que el grupo socialista tenga serias dificultades para encontrar los aliados necesarios para llevar a cabo la reforma.
Etiquetas: ley electoral, PSOE
Diversos medios han apuntado a la reciente moderación de Rajoy y su viaje al centro como explicación al fin de la crispación en la vida política española. El jefe del principal partido opositor ha aprobado en las encuestas recientes, superando a muchos miembros del Gobierno. Pero pocos han reparado en el hecho de que el final de la bronca también beneficia enormemente al gobierno Zapatero, especialmente en tiempos de crisis.
Este hecho no es sorpresa, dado los españoles siempre hayan tendido a valorar mejor al partido en el gobierno que al principal partido de la oposición. Esto ha sido así desde que el CIS tiene datos (1996), excepto brevemente durante nuestra involucración en la guerra de Irak. El poder llama al poder, y tener la iniciativa en proponer políticas, repartir el presupuesto, aparecer en la televisión pública, y protagonizar en general la vida de los ciudadanos facilita enormemente sacar unas cuantas cabezas al partido opositor. Especialmente cuando éste no te fustiga con políticas divisivas como la descentralización territorial, las relaciones iglesia-estado o el terrorismo.
En la gráfica de abajo examinamos cuánto confiamos en nuestros políticos. Este es el mejor predictor electoral posible hasta la fecha. En la gráfica se puede ver en azul celeste la valoración de los sucesivos gobiernos de Aznar I (1996-2000), Aznar II (2000-2004), Zapatero I (2004-2008) y la luna de miel del actual gobierno Zapatero.
Pese a que la nueva dinámica de pactos entre los dos partidos también beneficie a Zapatero en el corto plazo, Rajoy ha optado por la mejor de las opciones posibles. Si se observa arriba el periodo 2004-2008, la era de la crispación entre ambos partidos deterioró más rápido la confianza en el PP que en los socialistas. El Partido Popular alcanzó niveles de confianza nunca vistos, por debajo del 35%. Y en Génova 13 consideraron que la situación no era sostenible.
Es muy probable que en los próximos meses la posición del Gobierno se deteriore, según se profundice la crisis y se observen las consecuencias directas de ésta (en forma de destrucción de empleo e inflación descontrolada). En cuanto el líder de la oposición termine su batalla por moverse al centro-derecha, frente al ruido mediático y los barones rebeldes, la distancia con el Gobierno se reducirá, como ya sucedió durante el segundo mandato Aznar. Es un difícil equilibrio, pues debe dar la sensación de colaborar con Zapatero en los temas de Estado sin mancharse demasiado en las políticas económicas del Gobierno.
Si Rajoy aspiraba a tener un escenario ideal para renacer cual Fénix de sus cenizas, las circunstancias no podrían ser más propicias.
Etiquetas: elecciones, PP, PSOE
La estrategia política del PSOE: izquierda vs. moderados
3 Ocurrencias Escrito por Lluis el 4.1.08 a las 12:13.

Esto mismo se aplica a los partidos políticos, empresas cuyos ingresos se miden en votos. Sin embargo, no siempre los empresarios políticos toman en consideración los costes de sus estrategias. Ya comentamos en su día que sorprendía que la dirección de ERC entrara en pánico al ver que su revalidación del tripartito catalán generaba costes entre los más independentistas (¿realmente pensaron que no habría costes en ese espacio?). Últimamente sorprende el nerviosismo del PSOE por la pérdida de los “moderados”. Este partido cuando entró en la Moncloa en marzo del 2004 tomó una estrategia clara y coherente: hacer políticas para movilizar al electorado de izquierda (leyes de fomento de las familias alternativas, revisión de la historia reciente, etc). ¿Cuál era el argumento para ello? Lo escribía muy bien hace unas semanas César Molinas en el interesantísimo artículo “El poder de la izquierda volátil”: las elecciones las deciden los votantes de izquierdas. Este fue muy posiblemente el diagnóstico alcanzado por el PSOE en 2004 y se trazó un plan coherente con ese diagnóstico: ejecutar una acción de gobierno claramente ideologizado.
El nerviosismo que vive últimamente el PSOE por los costes de los moderados generados por su plan nos hace intuir que ha habido o una falta de planificación o de consenso dentro los estrategas. Pero quizás me equivoque y simplemente el PSOE ha visto que los beneficios de su estrategia no han sido los esperados. En otra anotación mostrábamos que las encuestas del CIS no muestran un aumento de la intención de voto de los votantes de izquierdas. Además el PP ha sido muy eficaz en que la agenda izquierdosa del PSOE fuera la dominante en el debate político, escondiendo los éxitos económicos que podían haber ayudado a mantener a los moderados. Si algo hay que acusar al PSOE no es de una estrategia política erronea sino de su incapacidad para ésta se reflejara en la agenda política. En cierta forma, PSOE ha vendido un buen producto con un pésimo marketing.
En todo caso, según informaciones de El País el gobierno ha cambiado de diagnóstico y, en consecuencia, de estrategia. El nuevo diagnostico podría parecerse al expuesto brillantemente por la politóloga Belén Barreiro en el artículo: "El centro decide las elecciones en España". La estratégia, intentar hacer algunos guiños a los votantes de centro.
A mi parecer esto llega tarde; cambiar la reputación de un gobierno a tres meses de las elecciones no parece una buena opción.