Y la historia siempre se repite: Simon Johnson, que recientemente ha dejado su cargo de Economista Jefe del FMI, publica otro artículo demoledor ("El Golpe Tranquilo", Mayo 2009, The Atlantic). En él carga contra "la oligarquía de Wall Street" y el acobardamiento de los políticos de Washington que, en sus propias palabras, han dejado a los primeros acumular poder e influencia -y siguen haciéndolo- hasta arrojarnos a todos al abismo.
Según Johnson, la única salida real a esta crisis pasa por nacionalizar los bancos y desmontar la oligarquía financiera actual de Wall Street para evitar que sigan influyendo tanto en las políticas regulatorias que se adoptan.
Si este es el tono, el lenguaje y las recetas de un insider del FMI, es que realmente la cosa es más seria de lo que los medios nos cuentan...


(caída de la nota de Zapatero y Rajoy en la escala 1-10 según la ideología del encuestado entre 2/08 y 1/09)
El problema de Rajoy es más serio. Su popularidad se ha mantenido estable o incluso ha aumentado entre los que probablemente nunca le votarían (la izquierda) y, en cambio, cae de forma alarmante (en más de 1 punto) entre su electorado natural (la derecha). En realidad, pues, si sólo nos fijamos en los electorados potenciales de cada partido, es Rajoy el que está sufriendo con mayor intensidad las consecuencias de la (su) crisis. Parece ser que las crisis políticas internas son incluso más dañinas que las crisis económicas.
Por lo general, en nuestro país los políticos son poco proclives a apelar en sus discursos al sentimiento patriótico de los españoles. Es por este motivo que las declaraciones del ministro de industria, Miguel Sebastián, de la semana pasada pidiendo consumir productos españoles, fueron por lo general recibidas con reservas y poco entusiasmo. No sólo se trataba de una propuesta perezosa y poco seria en términos económicos, sino que es también muy dudoso que su petición consiga conquistar los corazones de los españoles.
Y es que nuestro país no es como Estados Unidos, donde la patria es un ingrediente básico para un discurso político exitoso. En España no siempre están bien vistas las manifestaciones de corte patriótico y así lo demuestran las encuestas demoscópicas. Según datos del ISSP, la mayoría de los españoles declaran no estar orgullosos de su nación (55%). Esto contrasta con el orgullo patrio en países anglosajones como Estados Unidos, Australia o Irlanda donde más del 70% de sus ciudadanos se declaran muy orgullosos de su país.
¿Por qué el orgullo patrio está menos arraigado en España? Es muy probable que la falta de patriotismo en nuestro país responda en parte a la existencia de sentimientos nacionalistas rivales como el vasco o el catalán. Pero también se debe a las reservas que el nacionalismo español aún suscita entre los ciudadanos progresistas, muchos de los cuales siguen relacionando los símbolos nacionales con el franquismo. Son pocos los ciudadanos de izquierdas que se declaran muy orgullosos de ser españoles (alrededor de un tercio), hecho que contrasta con el generalizado sentimiento patriótico entre los más conservadores (87%).
En comparación con los otros países de la OCDE, los españoles destacamos por estar menos orgullosos de nuestra historia, de nuestro ejército y de los logros de nuestros científicos y artistas. Sin embargo, superamos la media de la OCDE en la satisfacción que nos producen las conquistas sociales de nuestra democracia (igualdad y prestaciones sociales). En España, pues, si por algo destacamos en comparación con nuestros vecinos es por el patriotismo social o democrático.
El gobierno debería tomar buena nota de ello. En nuestro país, el patriotismo de bandera y desfile no puede ser, en ningún caso, la solución para paliar el desgaste electoral derivado de la crisis. Ante la crisis, las políticas sociales son la respuesta.
Etiquetas: crisis, nacionalismo
Un hábil Gordon Brown…
… y un Zapatero poco acertado
Así, la actual crisis ha representado un inesperado examen para evaluar la capacidad de reacción de los políticos de diferentes lares. En esta ocasión, Zapatero no ha obtenido buena nota, pero la legislatura es aún muy joven.


El sector financiero islandés representa(ba) entre ocho y diez veces el PIB del pequeño país ártico. Habían escalado en el top de países más ricos, y eran primeros en el ránking de felicidad de la ONU. Pero dado que la corona islandesa ya no vale nada, en los últimos días se podían encontrar anuncios de gente tratando de cambiarla por dólares en la sección Clasificados de los periódicos de Reykjavik.
El Fondo Monetario Internacional acaba de aprobar un préstamo urgente de 2.000 millones de dólares para salvar lo que queda de Islandia.
Educados, superconectados a la red, y con un excelente inglés, ahora veremos una emigración de islandeses a otros países en busca de una vida decente.
Apuntaban en 1999 los economistas Kuran y Sunstein que en ocasiones se produce un fenómeno en cascada en las creencias que todos tenemos de lo que va a pasar, activado bien sea por agentes interesados, bien por los medios. En cualquier caso, se producía un efecto en cadena acelerado por la necesidad psicológica que tenemos todos de unirnos al carro de la opinión mayoritaria, y ser aceptados socialmente.
Lo que es nuevo es que este efecto en cadena, originado en Estados Unidos, se ha reproducido de manera acelerada por todos los países desarrollados y en desarrollo a una velocidad nunca vista. Como se observa en esta infografía del New York Times, la velocidad de nuestra crisis supera a la de cualquier otra vivida en el siglo XX, incluida la Gran Depresión.
Señalaban Kuran y Sunstein que la única manera de frenar estas cascadas de pánico es aislando a las burocracias de las presiones políticas y haciendo disponible lo más rápidamente posible información científica que muestre lo injustificado del pánico actual.
Cuatro falsos mitos sobre la crisis
En línea con ese consejo, la Reserva Federal acaba de publicar un pequeño estudio donde muestra con las últimas cifras que cuatro mitos que la prensa está repitiendo hasta la saciedad son simplemente falsos mitos, a saber: (i) los préstamos a empresas e individuos se han hundido, (ii) el mercado de préstamos interbancarios está muerto, (iii) las entidades emisoras de bonos no encuentran comprador y los tipos de interés se han disparado, y (iv) los bancos juegan el papel principal en canalizar fondos de ahorradores a prestamistas.
Si bien hemos visto que muchos productos financieros ‘sofisticados’ han sido borrados del mapa justamente, la Reserva Federal muestra en sencillos gráficos como ninguno de los pilares tradicionales sobre los que se sustentan nuestros sistemas financieros está realmente en peligro, y más daño está provocando el actual pánico colectivo que la situación real de nuestras economías. En ocasiones como ésta, el eco mediático de falsas creencias mil veces repetidas termina por cumplir las profecías de recesión.