La Moqueta Verde


Una razón no económica para jugar a la lotería

Es bien sabido que, a excepción del gobierno, la inmensa mayoría de los españoles nunca conseguirán hacerse ricos con la lotería. Desde una lógica económica, no hay duda de que gastar en lotería representa un negocio ruinoso que no recomendaría ningún inversor racional. Sin embargo, este hecho no parece desanimar a los españoles a probar suerte. Las encuestas demoscópicas confirman que un volumen considerable de ciudadanos de nuestro país decide gastarse regularmente unos cuantos euros en lotería. En concreto, la proporción de españoles que juegan habitualmente a este juego de azar es de un 57 por ciento, un porcentaje muy superior a la de otros países como Alemania, Estados Unidos o el Reino Unido.
¿Por qué los españoles jugamos a la lotería? ¿Por qué nuestra afición es mayor que en otros países? Según las investigaciones de Roberto Garvía*, profesor de sociología de la Universidad Carlos III, parte de la explicación es que los españoles compramos lotería por motivos más allá de lo estrictamente económico. En realidad, los españoles no sólo vemos la lotería como una vía para entrar en el club de los muy ricos sino también como una forma de relacionarnos y fortalecer nuestros vínculos sociales con nuestros compañeros de trabajo, amigos o familiares. En efecto, son muchos los españoles que no conciben la lotería como una actividad individual, sino como un acto social. En estas fechas, cuando los españoles compran participaciones de la Lotería de Navidad de su empresa o de su bar o peluquería habitual, lo hacen también como una forma de participar en una actividad de grupo que refuerza los lazos y la confianza entre sus miembros.

Esta tendencia a usar la lotería como un acto social parece estar mucho más extendida en España que en otros países. Según los datos ofrecidos por el profesor Garvía, alrededor de un 32 por ciento de los españoles suelen compartir la lotería con compañeros o familiares, un porcentaje muy superior a otros países como Alemania o Estados Unidos, donde éste apenas alcanza el 10 por ciento. La costumbre de jugar en compañía es especialmente extendida en estas fechas, cuando tres de cada cuatro españoles compartimos nuestro número de la Lotería de Navidad con otras personas. Según Roberto Garvía, esta faceta social de la lotería es precisamente lo que explicaría por qué ésta goza de más adeptos en España que en otros países y por qué sus ventas no han caído a pesar del intenso crecimiento económico que ha vivido nuestro país durante las últimas décadas.
Los orígenes de la lotería como un acto social
La costumbre de compartir un billete de lotería se extiende especialmente durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando las loterías de España y de otros países incrementaron sustancialmente su precio para acabar con el vicio al juego entre las clases más pobres. Con ello, se intentaba dar respuesta a las frecuentes críticas de la época sobre las preocupantes consecuencias que tenía este juego entre las capas menos pudientes. En particular, se acusaba a los gobiernos de usar la lotería como una fuente de ingresos a costa del aumento de la pobreza, el crimen e incluso de actitudes blasfemias y supersticiosas. En consecuencia, el precio de la lotería en España subió sustancialmente en 1862: si la vieja lotto costaba un real, el precio de la nueva Lotería Nacional era de, como mínimo, cuatro reales.
Sin embargo, el alza de precios no impidió que los más pobres siguieran jugando a la lotería. Si éstos no podían pagar un boleto entero, lo harían repartiendo su coste con sus compañeros. Según el profesor Garvía, la imposibilidad de muchos ciudadanos de poder jugar individualmente debido al elevado precio de la nueva lotería fomentó en muy poco tiempo que se jugara de forma colectiva. Aunque en un principio los motivos de jugar en compañía eran esencialmente económicos, esta práctica rápidamente se extendió entre las clases más pudientes, que no tenían ninguna necesidad económica de repartir el coste del billete. De esta forma, el juego en grupo se convirtió en un acto social, más allá de lo estrictamente económico.
Al igual que en el siglo XIX, muchos españoles siguen hoy compartiendo sus billetes de lotería con compañeros, amigos o familiares. Y, según Roberto Garvía, es precisamente la vigencia de esta práctica una de las causas de la buena salud de la lotería en nuestro país. Mientras el interés por la lotería decrece en otros países, en España sigue consolidándose como la más exitosa del mundo.
* Fuente: Garvía, Roberto (2007) Syndication, Institutionalization, and Lottery Play. American Journal of Sociology, volumen 113, número 3, páginas 603-52

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El peligro de la (in)movilidad social

En tiempos de paz, cada generación se hace un poco más rica que la generación de sus padres, debido a la tendencia general de crecimiento de todas las economías. Y esto es especialmente cierto en períodos intensos de desarrollo como los que vivió nuestro país desde 1950 a la actualidad. Pero mucha gente tendrá la sensación de que, aunque todo cambie en términos de riqueza general, nada cambió realmente en términos de quién es el jefe y quién el empleado.

Sabíamos que existen países (Dinamarca) donde el hecho de nacer en una familia pobre no te condena a serlo el resto de tu vida, pues en tu camino se te abrirán muchas oportunidades de estudiar y progresar. Y que también, de modo opuesto, existen países (Estados Unidos) donde la movilidad social es más bien escasa, pese al mito existente de que con esfuerzo y talento uno puede pasar de botones a presidente de la empresa. El peso de los contactos, de con quién te tocó estudiar en clase, de si el lenguaje adquirido en tu barrio difiere mucho del de la clase adinerada: este tipo de cuestiones influyen decisivamente en las posibilidades de movilidad ascendente de los estudiantes brillantes de origen humilde.

En la tabla inferior, podemos ver como la movilidad social difiere mucho entre los países avanzados, tanto por razones culturales como por el nivel de desarrollo del Estado de bienestar. España es un país de movilidad intermedia, situada entre Francia y Alemania, pero lejos del paraíso escandinavo de la igualdad de oportunidades. Y la comparación más extrema existe entre los países anglosajones, donde las probabilidades de nacer en una familia pobre (o rico) y seguir siéndolo toda la vida son muy elevadas, y los países escandinavos y Canadá, donde existe mucha más movilidad social.

Pero como apunta Ezra Klein, existen estudios mucho más preocupantes. Éstos señalan que, si bien es cierto que cada nueva generación es más rica que la anterior, la riqueza se está repartiendo cada vez más desigualmente. Así los hijos de las familias más ricas incrementan su riqueza en un 52% respecto a sus padres, mientras que la prole de las familias más humildes solo consigue un incremento del 18%. En el largo plazo, esta diferencia aumenta rápidamente la desigualdad social y la distancia entre ricos y pobres.

Existen múltiples explicaciones para este fenómeno, pero la principal tiene que ver con la transición de nuestras economías desde un modelo industrial al post-industrialismo donde las operaciones y acceso al mercado financiero y bursátil rinden mucho más que el fruto del trabajo en la fábrica o la oficina.

Y como apunta en tono pesimista David Leonhart, el secreto de la movilidad social no consiste tan siquiera en que "una persona excepcionalmente talentosa se aprovechara de las oportunidades que fue encontrando", sino que "una persona con talento encontró oportunidades excepcionales". Por eso es importante que los gobiernos desarrollen las políticas públicas adecuadas para que los estudiantes con talento y ganas de trabajar encuentren frecuentemente esas oportunidades que les recompensen por su gran esfuerzo.

Canadá o Dinamarca son un ejemplo de que es posible. Estados Unidos, no.

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La Rueda de los Amigos

En las ultimas semanas, el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, ha ido apareciendo en las revistas de negocios, el Economist, Newsweek, y otros magacines de prestigio contando sus peripecias. A principios de 2005 creo una pequena web para poner en contacto a sus companeros de Harvard, que luego abrio a gente de otros colleges de la elitista Ivy League.

A finales de 2006, viendo el exitazo del servicio, lo abrio a cualquiera con una cuenta de correo, y su crecimiento ha sido simplemente exponencial, apelando a un publico entre 20 y 40 anos, mucho mas maduro que los teenagers que pululan en Myspace, y, sobre todo, donde te conectas a gente que ya conoces en persona.



Nota: En rojo, relevancia de Myspace; En azul, Facebook. Datos: Alexa.com

Me gusto la filosofia de Zuckerberg. El se sentia como "un cartografo del siglo XV, queriendo mapear las relaciones sociales que nos conectan a unos con otros, del modo que los cartografos medievales recopilaban historias y mapas parciales para componer sus famosos mapas mundi". Las relaciones que nos unen a unos con otros estan ahi, son reales y Facebook las mapea.

La cosa es que una de las miles de aplicaciones que puedes anadir a tu facebook te permite graficar tus contactos, y mapear como se relacionan entre ellos, generando zonas mas densas y zonas mas desconectadas. En mi caso, me hizo gracia descubrir que las densidades a veces corresponden a cuestiones geograficas (gente que conoci en New Haven, Washington o Madrid y se conocen entre ellos, o en tal o cual universidad), pero otras corresponden a experiencias colectivas comunes (becas, internships) aunque la geografia nos separe.


Pero lo mas sorprendente sin duda fue descubrir que habia gente que nunca me hubiera imaginado que se conocian. Al fin, evidencia de que el mundo es un panuelo.

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La salsa rosa de la política

La política siempre ha tenido una vertiente de salsa rosa que nadie puede obviar. Nos ha interesado saber sobre la familia de Felipe González, de Pujol, de Clinton, de Francois Mitterrand, etc. etc. En algunas ocasiones, sin embargo, la cosa da mucho más de sí que en otras. Y este es el caso de Ségolène Royal y Francois Hollande, que ayer anunciaron su separación después de semanas de especulación periodística sobre la pareja.

Algunos medios comentan que la pareja (que, recordemos, no son matrimonio) ya tenía problemas desde antes de las elecciones presidenciales. Sin embargo, éstos fueron del todo evidentes después de la derrota de Ségò, ya es que ésta se fue a Marruecos de vacaciones con sus cuatro hijos y Hollande se quedó en París. En la campaña de las elecciones a la Asamblea general, las diferencias políticas de la pareja han sido más que explícitas. En un mismo mítin, Francois y Ségò podían defender cosas distintas.

Claramente, la pareja estaban (y están) luchando por el control político del partido socialista. Hollande está marcado por los elefantes del partido. Ségolène, por su popularidad y las ganas de cambio. Ante esta batalla, la convivencia conyugal debía ser infernal. Lo más sorprendente, para mí, es que parece que ninguno de los dos ha decidido poner su relación sentimental por detrás de sus ambiciones políticas. Será algo que les enseñan en o en la ENA (École Nationale d'Administration)? Me pregunto qué hubiese ocurrido si Ségolène hubiese ganado las presidenciales. En tiempo de vacas gordas, los partidos parecen tener menos problemas internos. Hubiese pasado lo mismo con la pareja socialista Royal-Hollande? Pero la duda más grande que tengo ante este caso es: hubiese sido lo mismo si Hollande fuese el que se hubiese presentado en las elecciones?

Tiendo a pensar que no. Que Royal se hubiese mantenido fiel a su marido una vez presidenciable (aunque claro, nunca se sabe...). Y es que lo que sí parece claro es que las mujeres que están en primera línea política tienen muchos problemas para mantener sus relaciones sentimentales con hombres. Será porque no soportan los maridos el mayor estatus profesional, político y público de sus mujeres?

Qué ocurrirá con los Clinton si Hillary consigue ser presidenciable? Y presidente?

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¿Es Ofensivo el Término McJob?

El presidente de McDonalds en el Reino Unido ha empezado una campaña agresiva contra el Oxford Dictionary para que cambie la actual definición de McJob, que considera insultante, y éste sugiere la siguiente definición:
"[Un McJob es un trabajo] estimulante y gratificante, que ofrece serias oportunidades para progresar profesionalmente y proporciona habilidades para toda la vida" fuente: El País
Es muy común en la academica, especialmente en sociología, utilizar el término McJob para referirse a un trabajo de bajo salario, inestabilidad, que requiere pocas habilidades ('low skills'). Es tan popular, que más de 150 libros y artículos académicos lo incluyen en su título.

Asimismo, tanto la Wikipedia como el Oxford Dictionary coinciden en tal definición. Según este último (1986), un McJob es:
"An unstimulating, low-paid job with few prospects, esp. one created by the expansion of the service sector"
Obviamente existen trabajos que no son exigentes con la educación del empleado pero están muy bien pagados (piénsese en la industria). Pero el sector servicios está repleto de McJobs, y en España bien que lo sabemos, que apenas habíamos puesto un pié en la fase de industrialización cuando ya estabamos sirviendo tapas en las playas de Levante.

La razón por la que está mal pagado es que la productividad de un camarero (esto es, cuantas mesas puede servir, con diligencia y tal vez una sonrisa, en una hora) es algo que no puede mejorar mucho: tiene un tope. Por el contrario, cualquier trabajador en un sector intensivo en capital, es decir, industrial o de nuevas tecnologías, tiene una productividad que pega saltos enormes cada vez que existe un avance tecnológico: imaginemos que aparece una nueva técnica que permite fabricar coches en la mitad de tiempo. De repente, ¡nuestro trabajador es el doble de productivo!

En Europa existen mecanismos compensatorios (impuestos + servicios públicos) para evitar que exista una enorme brecha salarial entre trabajadores en sectores de productividad inelástica y trabajadores que se benefician de los saltos tecnológicos. En los países liberales estas medidas compensatorias están menos presentes, de modo que la brecha entre los salarios de ambos grupos es enorme (y crea dos clases sociales bien definidas).

Volviendo a la cuestión del presidente de McDonalds UK. Aunque su política laboral haya ganado los aplausos del Financial Times y según el The Guardian sus trabajadores estén muy contentos, ¿debemos por ello negar la existencia de McJobs? ¿Qué tal BurgerJobs? ;)

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Quien diga que la sociología es aburrida es porque aún no conoce a Diego Gambetta, profesor en Nuffield College, Oxford. Se hizo famoso dentro de la disciplina por su estudio sobre la existencia de la Mafia siciliana desde una perspectiva racional. Entre sus trabajos recientes destacta por ejemplo: ¿Por qué hay una sobre representación de ingenieros entre los terroristas suicidas de la Jihad?. (Investigación aún sin publicar) o ¿por qué la gente deja propina cuando puede ahorrarse ese dinero?(pincha para ver artículo)

En su página del departamento de sociología Diego Gambetta propone a sociólogos diferentes temas de investigación que él estaría dispuesto a supervisar. Por ejemplo:

¿Qué explica la frecuencia y la intensidad del cotilleo?
¿Por qué las mujeres visten con ropa que reduce su comodidad y movilidad? ¿es una práctica universal? Por qué?
¿Por qué hay una estrecha relación entre la iglesia católica y la mafia?
¿Por qué cedemos el paso a los de detrás cuando abrimos una puerta?

Temas que él ya ha supervisado alguna vez con alguno de sus estudiantes:

¿Por qué los jóvenes británicos beben más que los jóvenes europeos?
¿Por qué los deportistas que visten de rojo tienen una mayor probabilidad de ganar?
¿Por qué los hombres prefieren a mujeres más bajas que ellos?
¿Por qué hay más gay masculinos que lesbianas?

Y un largo etc. Lean ustedes mismos. Pincha aquí y aquí

Obviamente Gambetta no es un freaky que se dedique a estudiar temas irrelevantes. Todas las preguntas a pesar de aparentar anecdóticas y concretas tienen la brillantez de contribuir a la mayor comprensión de temas sociales más ámplios y de mayor transcendencia: la utilidad de las convenciones sociales, de las señales, de la confianza interpersonal o de la violencia.

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