La Moqueta Verde


¿Por qué hay tanta corrupción en España?

El viernes se me escapó este tremendo artículo en El País de Victor Lapuente, amigo y ex-compañero de Oxford y visitante frecuente de la moqueta verde. De obligada lectura:

¿Por qué hay tanta corrupción en España?

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Josep Ramoneda comentaba hace unos días en la sección Domingo de El País lo siguiente:

el electorado de la derecha tolera mejor que el electorado de la izquierda los abusos de poder o corrupciones: Hay datos que corroboran esta idea. (...) Es interesante comparar los resultados de las elecciones municipales en España. Con algunas excepciones, hay una regla que se repite: en los municipios gobernados por la derecha que durante la legislatura han protagonizado algún caso de corrupción, la derecha vuelve a ganar y a mendudo sube. Si el problema de corrupción ha afectado a un gobierno de izquierdas, pierde la alcaldía y surge un alto castigo electoral.


(datos: Informe sobre la Democracia en España/2008- Fundación Alternativas. Los datos se basan en una muestra de 133 casos de corrupción municipal en la legislatura 2003-2007)

Según los datos de la Fundación Alternativas, si comparamos los resultados de las elecciones municipales entre 2003 y 2007, podemos obesrvar que el castigo electoral de los alcaldes corruptos del PP y del PSOE es prácticamente el mismo. Aunque ambos partidos suelen perder apoyo electoral cuando existe un escándalo de corrupción (en torno a un 2,5% menos, de media), esta pérdida no suele ser lo suficientemente grande como para que la alternancia política sea posible. Esto provoca que el porcentaje de alcaldes corruptos del PP y PSOE que revalidan su cargo sea muy elevado (en torno a un 70-80%).

La conclusión parece clara: la ideología no es particularmente relevante en esta cuestion, pues tanto la izquierda como la derecha muestran unos altos niveles de tolerancia hacia los escandálos de corrupción que afectan a sus representantes.

La regla que suguiere Josep Ramoneda no parece, pues, ajustarse a la realidad.

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El ciclo electoral de la corrupción

Los líderes del Partido Popular llevan varios días acusando al PSOE de utilizar los escándalos de Madrid como una cortina de humo para evitar el debate sobre la grave crisis económica. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, dejó clara la posición del partido sobre el origen de esta oleada de acusaciones: “el PSOE está orquestando una campaña de acoso y difamación contra el PP con el objetivo de cambiar la intención de voto de los ciudadanos”.
Al margen del hecho de que acusar al PSOE de “orquestar campañas mediáticas” es también un claro intento de desviar la atención de las acusaciones recibidas, las declaraciones de la secretaria general sugieren una interesante idea: es en períodos electorales cuando los escándalos de corrupción ocupan más titulares en los medios de comunicación. Esto se debería a que los políticos intentarían divulgar los casos de corrupción de sus rivales como parte de su estrategia electoral. Es conocido que los ciudadanos tenemos una memoria a corto plazo cuando votamos, por lo que no tiene el mismo efecto un escándalo a principios de legislatura que pocos meses antes de las elecciones. Debido a ello, los políticos tendrían fuertes incentivos a no divulgar los “dossiers” inculpatorios del adversario hasta fechas cercanas a las elecciones para, así, maximizar su impacto.
Una fórmula sencilla de averiguar hasta qué punto los escándalos de corrupción se ajustan al ciclo electoral es comprobar si el número de artículos de periódico que hablan sobre este tema aumenta a medida que se acercan las elecciones. Para comprobarlo, he recurrido a los buscadores online de las hemerotecas de El País, El Mundo y La Vanguardia. En los tres periódicos, el número de artículos publicados que contienen la palabra corrupción sigue una tendencia ascendente, llegando a su máximo en los años anteriores a las elecciones. Sin embargo, en los años electorales se produce una reducción de artículos sobre esta temática con respecto al año anterior. Esto se debe muy seguramente a que parte de esos años no pueden considerarse como períodos electorales. Por ejemplo, las pasadas elecciones locales se celebraron en mayo del 2007, por lo que la mayor parte de ese año es, de hecho, el inicio de la nueva legislatura.
Así, por lo general parece que la sugerencia de Cospedal se ajusta a la realidad: los escándalos de corrupción no aparecen por azar, sino que siguen un patrón marcadamente político. Es especialmente interesante la evolución que encontramos en El Mundo. Mientras que durante el primer año y el segundo de legislatura este periódico publica prácticamente el mismo número de artículos con la palabra corrupción, esta cifra aumenta abruptamente en un 40% en el tercer año y casi un 30% en el año electoral. Se trata, sin duda, de unas diferencias muy sustanciales que parecen avalar las sospechas de la secretaria general del PP.
La corrupción parece, pues, ajustarse al ciclo electoral. Otra cuestión es saber el motivo de por qué eso sucede. ¿Se debe a que los políticos (y medios de comunicación) tienen un especial interés en destapar los casos de corrupción en ese momento por cálculos electorales? ¿O simplemente se debe a que los políticos se corrompen una vez la legislatura está ya avanzada?
Lluis Orriols, adn.es
Este artículo lo preparé para ADN.es, pero ayer la redacción cerró sus puertas. Maldita crisis...

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¿Reelegimos a los políticos corruptos?

Una de las grandes virtudes de nuestras democracias es que nos permiten juzgar periódicamente a nuestros políticos. Con el uso de nuestro derecho al voto, los ciudadanos podemos castigar a los presidentes, diputados y alcaldes que caen en la tentación de perseguir sus intereses personales en lugar del interés común. Pero, ¿realmente nuestro voto sirve como mecanismo de control de la corrupción?

Los datos que nos ofrece el Informe sobre la democracia en España 2008 de la Fundación Alternativas dejan patente que la mayoría de los alcaldes españoles acusados de corrupción se mantienen en su cargo tras las elecciones. En concreto, el informe sostiene que siete de cada diez alcaldes acusados de estas prácticas fueron reelegidos en las pasadas elecciones municipales del 2007. Por sorprendente que pueda parecer, los escándalos de corrupción no fueron un impedimento para que la mayoría de estos políticos revalidaran la confianza de los ciudadanos de sus localidades.

Eso no significa que los alcaldes acusados de corrupción no fueran castigados en las urnas. En realidad, la mayoría de ellos (el 71%) perdieron parte de su apoyo electoral con respecto a las anteriores elecciones locales. Esta pérdida de votantes fue de 3,6 puntos porcentuales de media, un descenso algo superior a la caída general de ambos partidos en las municipales del 2007 (menos de un punto). Por lo tanto, los escándalos de corrupción sí tienen una influencia en las urnas, pero en la mayoría de los casos el castigo no es suficiente para que los alcaldes acusados pierdan la mayoría del consistorio municipal.


El informe de la Fundación Alternativas muestra que no existen muchas diferencias entre PP y PSOE. Los alcaldes de ambas formaciones políticas consiguen en la misma proporción evitar perder la alcaldía por escándalos de corrupción. Además tampoco existen diferencias según el tamaño de la población (ver gráfico). En principio, es de esperar que las redes clientelares generadas por la corrupción sean más fáciles en los ayuntamientos pequeños o que al menos éstas tengan una mayor repercusión en la "compra" de votos. Los datos no confirman esta idea: los escándalos de corrupción tienen el mismo efecto tanto en aldeas de menos de 5 mil habitantes como en ciudades de más de 50 mil.

La corrupción por provincias

El informe de la Fundación Alternativas recoge 133 casos de escándalo de corrupción municipal del período 2003-2007. No se trata de una lista exhaustiva de todos los casos (por lo que puede haber algún sesgo) pero puede ofrecernos una primera aproximación a cómo se reparten los escándalos de corrupción entre las diferentes provincias de España.
No es casual que las provincias costeras sean donde más escándalos aparezcan, pues la corrupción urbanística es una de las más frecuentes a nivel municipal. De entre los ayuntamientos de la costa mediterránea parece que los más limpios se encuentran en Girona y Barcelona. Por otro lado, los territorios más sospechosos de tener políticos corruptos son Valencia, Madrid y, sobretodo, Andalucía. Este último caso no sólo puede explicarse por la presión urbanística en las zonas costeras pues los escándalos también son frecuentes en sus provincias de interior.

Los expertos en la materia consideran que España está lejos de encontrase en la cabeza de países europeos libres de corrupción. Sistemáticamente los informes nos sitúan en niveles parecidos a los de Francia o Portugal y definitivamente menos limpios que países como Alemania, Holanda o los países escandinavos. Es responsabilidad de las instituciones del Estado luchar contra este tipo de vicios, pero ¿habría menos corrupción si los ciudadanos se tomaran más en serio estas prácticas cuando acuden a las urnas? Como el resto de los españoles, los políticos temen al paro. Amenazarlos con sumarse a sus listas acabaría seguramente con la tentación de muchos a poner la mano en "la hucha".

(...y en esto España no está sola)

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