El Pan y el Circo de Felipe Calderón
1 Ocurrencias Escrito por Laia Balcells el 25.11.09 a las 22:31.
El sábado 10 de octubre seis mil agentes federales tomaron las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LyFC) en el Distrito Federal, Puebla, Hidalgo y Morelos, en la República de México. Con esta acción y el correspondiente decreto emitido por el presidente de este país, Felipe Calderón, se liquidaba la empresa que abastece de energía eléctrica al centro del país, dejando en la calle a 41 mil empleados activos y 25 mil jubilados.
El argumento de Calderón para decretar el cierre de LyFC es que la empresa es incosteable, y que tiene un déficit de más de 3.700 millones de dólares. Se culpa de su ineficiencia los “ominosos sueldos de los empleados”. Pero veamos con detalle: el sueldo más bajo en la compañía de Luz y Fuerza del Centro es de aproximadamente 600 dólares y el más elevado es de 1.200 dólares, más prestaciones. Los medios de comunicación lanzan ataques contra el Sindicato Mexicano de Electricistas “acusándolos” de que el contrato colectivo de trabajo les otorga prestaciones excesivas, como descuentos en las tarifas eléctricas o reembolsos en los gastos por comidas fuera de su centro laboral. Ante el embate contra la empresa, y azuzada por los medios de comunicación, una parte la opinión pública mexicana se desvive con hurras hacia la medida tomada por Calderón, bajo el argumento de que estos trabajadores electricistas no son tan pobres como deberían, y tienen privilegios y lujos que no merecen. En otras palabras, el delito de estos trabajadores es que no se están muriendo de hambre, como es el deber histórico de la clase obrera.
La liquidación de LyFC no sólo conlleva la inminencia de la privatización de la industria eléctrica, sino que agrega una nueva cifra a la tasa de desempleo que ya de por sí en el sexenio de Calderón ha crecido en un 79%. Pero los electricistas no son el único blanco de los despidos masivos perpetrados por el gobierno mexicano. Hace no más de un mes el mismo secretario de Hacienda anunció 10 mil nuevos despidos por la desaparición de tres secretarías de estado (la de Turismo, de la Reforma Agraria y de la Función Pública). En tiempos de crisis global, en que las economías con mayores proporciones de empleo público son las que parecen estar resistiendo mejor a la debacle, este tipo de medidas apuntan a consecuencias negativas no sólo para los trabajadores de la industria eléctrica, sino también para el resto del pueblo mexicano.
En otro ámbito, las cifras en México no son menos alarmantes: cinco mil seiscientos “ejecutados” en lo que va del año. En diez meses se ha superado el número total de asesinatos atribuibles al narcotráfico ocurridos durante la administración del anterior presidente, Vicente Fox. Esto es así a pesar de que el Estado ha desplegado su fuerza en las calles llevando a una militarización del país, que supone a los contribuyentes un boquete financiero de más del doble de los recursos destinados a LyFC. En lo que va de año, a la Guerra contra el Narco se le han destinado aproximadamente 8 mil millones de dólares. La ausencia de datos detallados sobre las víctimas y los verdugos de esta violencia no nos permite realizar una evaluación adecuada de la política en cuestión. Si los números no engañan, parece que si hay una empresa que urge liquidar, por ineficiente y costosa, es la llamada Guerra contra el Narco.
A pesar de la crítica situación económica, laboral y de seguridad que se vive en México, el índice de popularidad de Calderón en el pasado agosto era de 62.4%, nivel al que se ha mantenido desde enero de 2007, a excepción quizás de la escalada de marzo de este año, donde a raíz del pánico infundido por la epidemia de gripe porcina subió hasta 68%. Si estas estadísticas son confiables, lo que reflejan es la efectividad del control social ejercido mediante la manipulación de los medios de comunicación, el uso de la fuerza y las medidas sorpresivas como el golpe al sindicalismo independiente y el pánico epidemiológico. Además, fuera de México, Calderón goza de cierta buena reputación. Al igual que sucede con el presidente colombiano Álvaro Uribe, son prácticamente inexistentes los artículos críticos con este político en la prensa española. Por ejemplo, el decreto de cierre de LyFC fue aplaudido en los medios, donde se presentó como una medida reparadora ante el supuesto mal servicio que prestaban los trabajadores de LyFC, así como una medida anticorrupción clave. Como apuntaba Vicenç Navarro en su artículo “La doble moral de los medios” (Dominio Público, 16 Julio 2009), la ausencia de voces críticas contra Calderón entra en grave contraste con los artículos críticos con el presidente Venezolano Hugo Chávez, entre otros, y –simpatías por estos presidentes al margen- llevan a cuestionar la pluralidad ideológica de los medios de comunicación españoles.
Por lo general, ante todo esto lo más preocupante es que Calderón se confirma como un caso más de presidente democrático que –a pesar de llegar ‘confusamente’ al poder- consigue ganar y mantener la popularidad social a partir de medidas con claros tintes antidemocráticos. Otro presidente que, ante la amenaza de la ‘delincuencia’, el ‘narco’ (o de una ‘guerrilla’) actúa de forma que los límites del presidencialismo democrático y el caudillismo se hacen peligrosamente borrosos. Otro presidente ante el que, sin embargo, se rinde la opinión pública doméstica e internacional por sus formas y logros, y ante el que las voces críticas quedan ahogadas a base de golpes de pluma y de porra.
Violeta Vázquez-Rojas y Laia Balcells
El argumento de Calderón para decretar el cierre de LyFC es que la empresa es incosteable, y que tiene un déficit de más de 3.700 millones de dólares. Se culpa de su ineficiencia los “ominosos sueldos de los empleados”. Pero veamos con detalle: el sueldo más bajo en la compañía de Luz y Fuerza del Centro es de aproximadamente 600 dólares y el más elevado es de 1.200 dólares, más prestaciones. Los medios de comunicación lanzan ataques contra el Sindicato Mexicano de Electricistas “acusándolos” de que el contrato colectivo de trabajo les otorga prestaciones excesivas, como descuentos en las tarifas eléctricas o reembolsos en los gastos por comidas fuera de su centro laboral. Ante el embate contra la empresa, y azuzada por los medios de comunicación, una parte la opinión pública mexicana se desvive con hurras hacia la medida tomada por Calderón, bajo el argumento de que estos trabajadores electricistas no son tan pobres como deberían, y tienen privilegios y lujos que no merecen. En otras palabras, el delito de estos trabajadores es que no se están muriendo de hambre, como es el deber histórico de la clase obrera.
La liquidación de LyFC no sólo conlleva la inminencia de la privatización de la industria eléctrica, sino que agrega una nueva cifra a la tasa de desempleo que ya de por sí en el sexenio de Calderón ha crecido en un 79%. Pero los electricistas no son el único blanco de los despidos masivos perpetrados por el gobierno mexicano. Hace no más de un mes el mismo secretario de Hacienda anunció 10 mil nuevos despidos por la desaparición de tres secretarías de estado (la de Turismo, de la Reforma Agraria y de la Función Pública). En tiempos de crisis global, en que las economías con mayores proporciones de empleo público son las que parecen estar resistiendo mejor a la debacle, este tipo de medidas apuntan a consecuencias negativas no sólo para los trabajadores de la industria eléctrica, sino también para el resto del pueblo mexicano.
En otro ámbito, las cifras en México no son menos alarmantes: cinco mil seiscientos “ejecutados” en lo que va del año. En diez meses se ha superado el número total de asesinatos atribuibles al narcotráfico ocurridos durante la administración del anterior presidente, Vicente Fox. Esto es así a pesar de que el Estado ha desplegado su fuerza en las calles llevando a una militarización del país, que supone a los contribuyentes un boquete financiero de más del doble de los recursos destinados a LyFC. En lo que va de año, a la Guerra contra el Narco se le han destinado aproximadamente 8 mil millones de dólares. La ausencia de datos detallados sobre las víctimas y los verdugos de esta violencia no nos permite realizar una evaluación adecuada de la política en cuestión. Si los números no engañan, parece que si hay una empresa que urge liquidar, por ineficiente y costosa, es la llamada Guerra contra el Narco.
A pesar de la crítica situación económica, laboral y de seguridad que se vive en México, el índice de popularidad de Calderón en el pasado agosto era de 62.4%, nivel al que se ha mantenido desde enero de 2007, a excepción quizás de la escalada de marzo de este año, donde a raíz del pánico infundido por la epidemia de gripe porcina subió hasta 68%. Si estas estadísticas son confiables, lo que reflejan es la efectividad del control social ejercido mediante la manipulación de los medios de comunicación, el uso de la fuerza y las medidas sorpresivas como el golpe al sindicalismo independiente y el pánico epidemiológico. Además, fuera de México, Calderón goza de cierta buena reputación. Al igual que sucede con el presidente colombiano Álvaro Uribe, son prácticamente inexistentes los artículos críticos con este político en la prensa española. Por ejemplo, el decreto de cierre de LyFC fue aplaudido en los medios, donde se presentó como una medida reparadora ante el supuesto mal servicio que prestaban los trabajadores de LyFC, así como una medida anticorrupción clave. Como apuntaba Vicenç Navarro en su artículo “La doble moral de los medios” (Dominio Público, 16 Julio 2009), la ausencia de voces críticas contra Calderón entra en grave contraste con los artículos críticos con el presidente Venezolano Hugo Chávez, entre otros, y –simpatías por estos presidentes al margen- llevan a cuestionar la pluralidad ideológica de los medios de comunicación españoles.
Por lo general, ante todo esto lo más preocupante es que Calderón se confirma como un caso más de presidente democrático que –a pesar de llegar ‘confusamente’ al poder- consigue ganar y mantener la popularidad social a partir de medidas con claros tintes antidemocráticos. Otro presidente que, ante la amenaza de la ‘delincuencia’, el ‘narco’ (o de una ‘guerrilla’) actúa de forma que los límites del presidencialismo democrático y el caudillismo se hacen peligrosamente borrosos. Otro presidente ante el que, sin embargo, se rinde la opinión pública doméstica e internacional por sus formas y logros, y ante el que las voces críticas quedan ahogadas a base de golpes de pluma y de porra.
Violeta Vázquez-Rojas y Laia Balcells
Etiquetas: latin america
Queridos lectores de La Moqueta,
Estamos, por fin de vuelta. Durante los últimos cinco meses La Moqueta ha estado en parálisi prácticamente total. Nuestros trabajos respectivos han sido la razón principal de esta ausencia: Alex ha estado muy ocupado en el Banco Mundial. Lluís ha estado acabando su tesis doctoral, que ya ha depositado y pronto defenderá en Oxford. Yo he estado encerrada escribiendo la tesis, que deposité a principios de este mes en la Graduate School de Yale.
Estamos bien, felices aunque cansados. Y con muchas ganas de retomar el proyecto de La Moqueta. Para empezar de nuevo, posteo un artículo que escribí hace unos días con la amiga y compañera lingüista (doctoranda en NYU), Violeta Vázquez-Rojas, a la luz de los acontecimientos que tuvieron lugar en México la noche en que este país se clasificaba para el mundial de fútbol -y que, como es obvio, poco tienen que ver con el fútbol.
Deseamos poder recuperar el ritmo que antaño tuvo La Moqueta, y la calidad -tanto de los artículos posteados como de sus lectores.
Un abrazo enorme y gracias por la paciencia!
Lluís, Alejandro y Laia
Estamos, por fin de vuelta. Durante los últimos cinco meses La Moqueta ha estado en parálisi prácticamente total. Nuestros trabajos respectivos han sido la razón principal de esta ausencia: Alex ha estado muy ocupado en el Banco Mundial. Lluís ha estado acabando su tesis doctoral, que ya ha depositado y pronto defenderá en Oxford. Yo he estado encerrada escribiendo la tesis, que deposité a principios de este mes en la Graduate School de Yale.
Estamos bien, felices aunque cansados. Y con muchas ganas de retomar el proyecto de La Moqueta. Para empezar de nuevo, posteo un artículo que escribí hace unos días con la amiga y compañera lingüista (doctoranda en NYU), Violeta Vázquez-Rojas, a la luz de los acontecimientos que tuvieron lugar en México la noche en que este país se clasificaba para el mundial de fútbol -y que, como es obvio, poco tienen que ver con el fútbol.
Deseamos poder recuperar el ritmo que antaño tuvo La Moqueta, y la calidad -tanto de los artículos posteados como de sus lectores.
Un abrazo enorme y gracias por la paciencia!
Lluís, Alejandro y Laia
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