Esta noche no será noche de fiesta y celebración en la mayor parte del territorio de Kenya. Al contrario,la mayoría de la población deberá permanecer encerrada en sus casas, y probablemente permanecerá la noche en vela debido a los disparos, los enfrentamientos, o simplemente el miedo. Las cosas no pintan bien para este país que El Economist describía en su edición especial de diciembre como el gran modelo a seguir para el resto de Africa. La democracia estable, el crecimiento económico. Lo tenía todo (almenos desde la perspectiva de los especialistas de esta reputada revista).
Mi buen amigo Ryan se fue de Kenya la semana pasada, donde había estado prácticamente un año realizando trabajo de campo. En su blog podéis leer información detallada sobre la violencia en Kenya. El chico está en contacto con gente sobre el terreno, que le aportan información muy específica, que está en algunos casos ignorada en los medios de comunicación occidentales. Por ejemplo, parece que la violencia no era de carácter étnico el primer día de enfrentamientos, pero que ha ido tendiendo hacia ello. Ahora mismo, en las zonas multiétnicas, los miembros de la tribu del presidente saliente (Kibaki), los Kikuyus, intentan esconder su etnicidad, y los miembros de la oposición hacen lo parecido ahí donde pueden estar amenazados. El gobierno parece que no acaba de reaccionar -a nivel local, las fuerzas policiales se ven saturadas, no dan abasto-, y a nivel general, no admite que las elecciones fueron fraudulentas. Ha habido varios intentos de bloquear las comunicaciones -especialmente la conexión a internet y las publicaciones en websites y blogs autóctonos.
Por otro lado, La comunidad internacional parece que empieza a reaccionar, especialmente los Estados Unidos, que ya ha rectificado su inicial aceptación del gobierno de Kibaki (pero sinceramente, podrían pensarlo un poco mejor antes de ir aceptando gobiernos y desaceptándolos, especialmente cuando sus acciones pueden ser tan cruciales...). Pero es dudoso saber hasta que punto esta violencia podrá ser retenida una vez ha llegado a una cierto nivel. El hecho es que, como es bien sabido desde los allendes de la historia, la violencia lleva a más violencia, y hay dinámicas endógenas de la misma que pueden hacer que una mínima chispa lleve a grandes desastres, como situaciones de violencia masiva y hasta genocidio.
Seguiremos informando. De momento, sólo desear que Kenya no se convierta en una nueva variable en las bases de datos de guerras civiles, ni en la de casos de violencia masiva (mass violence).
Sobre el caso de Pakistán ya hablaremos más en 2008. Feliz año y, sobretodo, paz.
Mi buen amigo Ryan se fue de Kenya la semana pasada, donde había estado prácticamente un año realizando trabajo de campo. En su blog podéis leer información detallada sobre la violencia en Kenya. El chico está en contacto con gente sobre el terreno, que le aportan información muy específica, que está en algunos casos ignorada en los medios de comunicación occidentales. Por ejemplo, parece que la violencia no era de carácter étnico el primer día de enfrentamientos, pero que ha ido tendiendo hacia ello. Ahora mismo, en las zonas multiétnicas, los miembros de la tribu del presidente saliente (Kibaki), los Kikuyus, intentan esconder su etnicidad, y los miembros de la oposición hacen lo parecido ahí donde pueden estar amenazados. El gobierno parece que no acaba de reaccionar -a nivel local, las fuerzas policiales se ven saturadas, no dan abasto-, y a nivel general, no admite que las elecciones fueron fraudulentas. Ha habido varios intentos de bloquear las comunicaciones -especialmente la conexión a internet y las publicaciones en websites y blogs autóctonos.
Por otro lado, La comunidad internacional parece que empieza a reaccionar, especialmente los Estados Unidos, que ya ha rectificado su inicial aceptación del gobierno de Kibaki (pero sinceramente, podrían pensarlo un poco mejor antes de ir aceptando gobiernos y desaceptándolos, especialmente cuando sus acciones pueden ser tan cruciales...). Pero es dudoso saber hasta que punto esta violencia podrá ser retenida una vez ha llegado a una cierto nivel. El hecho es que, como es bien sabido desde los allendes de la historia, la violencia lleva a más violencia, y hay dinámicas endógenas de la misma que pueden hacer que una mínima chispa lleve a grandes desastres, como situaciones de violencia masiva y hasta genocidio.
Seguiremos informando. De momento, sólo desear que Kenya no se convierta en una nueva variable en las bases de datos de guerras civiles, ni en la de casos de violencia masiva (mass violence).
Sobre el caso de Pakistán ya hablaremos más en 2008. Feliz año y, sobretodo, paz.
ostras, laia. Vaya mina de información es este blog! No estaba antes incorporado en la lista de links?
Y eso. A ver si nos iluminas con más entradas de violencia massiva en el mundo. Al lado de esto, preocuparse por zapatero y rajoy suena casi ridículo...
perdón: lo de arriba, firmado: Lluis